agosto 01, 2006

Eskizorial

«No sabía entonces que volverse loco es una respuesta adecuada a la realidad» (Dick, 1981, p.12)

El primer lunes de vuelta de vacaciones EPUC parece estar completamente desierta. Barajo varias alternativas: (a) so pretexto de que la Bernardita prohibió las clases en el tercer módulo (L:3) todos se tomaron ese día libre; (b) los aburguesados profesores de la escuela no volvían de la playa; (c) los aburguesados estudiantes no volvían de la playa; o (d) todas las anteriores.

Coloma nos había dejado plantado frente a la N-treinta-y-pico. Y como sólo había ido a eso me puse a dar vueltas a ver si hallaba alguien tan desafortunado como yo. Me dirigí a CEPS headquarters y me encontré a Nicolás Didier haciendo amplio uso del lugar.

- ¿Qué onda con la cuestión de los estatutos? -le pregunté.

- Estoy haciéndole unas modificaciones.

Cuento corto: la constitución del CEPS se puso vieja y ahora hay que actualizarla conforme al posmodernismo, el constructivismo, y el DSM V (de próxima aparición).

- De los estatutos anteriores -me confesó Didier- no queda nada. Se perdió todo cuando se echó a perder el disco duro. Sólo sobrevivió una copia virtual y la tengo YO -me dijo mientras se ufanaba con un pendrive en la mano.

Noté inmediatamente que había gato encerrado. Thorndike hubiera querido compartir mi descubrimiento. Si sólo había una copia y estaba en manos de una sola persona nos quedaban tres opciones: (1) quedarnos sin estatutos, (2) permitirle al susodicho modificar los estatutos a su antojo, o (3) matar a la Bernardita y armar un motín en la Escuela. [Aquellos interesados en esta última alternativa, diríjanse a la página CEPS y voten en el foro].

- Antes que se borrara todo -me comentó Nico- se hizo un cambio en los estatutos. Pero no lo grabamos y se perdió... no está en el documento pero me acuerdo que hicimos un cambio.

Utilizando un amague que me enseñó el mago Olli (el día que vino y dejó una naipe pegado en el techo de la cafeta) conseguí sacar el archivo del pendrive.

¿Cuál sería ese misterioso cambio que se perdió para siempre? Una vez en la seguridad de mi hogar me dispuse a revisar el PDF.

Transcribo textualmente el hallazgo más interesante [a mi parecer]:

»ARTÍCULO 70b: En caso de no realizarse el rito PSYKHUS (o su equivalente) y dado el caracter institucional de éste, el cuerpo de estudiantes tiene la facultad de destituir la directiva del CEPS y llamar a nuevas elecciones.

De pronto todo me hizo sentido: las emergentes atribuciones de Didier en el CEPS, los cuchicheos entre los delegados de 3º y el Presidente de CEPS (de 3º también), las ansias de poder, las caras de tristeza de los Novatos... Todo era una y la misma cosa: mantener el statu quo.

Pero, ¿era posible que las cosas quedaran así? ¿Podía permitir que la corrupción se desplegara ante mis ojos con total impunidad? Pensé en la polera del Che Guevara que usaba Felipe en 1º. Pensé en los cientos de Novatos que se quedarían sin la magia del Psykhus. Pensé... pensé en que la plata de "El Esquizoide" salía de CEPS y... hasta ahí no más llegaron mis pensamientos. ¡Claro que podía quedarme de brazos cruzados! Porque yo también soy un posmoderno y no creo en la política, ni en los grandes metarrelatos.

Respiré hondo y me tranquilicé. Me tranquilicé de que nadie en esta Escuela se enteraría de estas cosas y todo seguiría tan feliz como antes... Porque somos posmodernos, porque la política no nos va ni nos viene, y porque los Novatos nunca van a alegar de que no tuvieron Psykhus. Total en esta Escuela es mal visto alegar: es cosa de ver la cara de los niños vestidos de naranjo cuando alguien sugiere una reforma.

Y así se nos va la vida, ¿no?

Bienvenido estudiante de Psicología a nuestro "El Esquizoide" de agosto...

Porque Cornejo cambió… ¡tú también puedes!

¿Reforma?

Cuenta la leyenda que desde el mundo es mundo, y a la escuela ingresaba como estudiante el señor Coloma-análisis, los psicólogos no han sido muy adeptos a participar en la contingencia política. Si lo hacen es a un nivel tan encubierto como la admiración que siente Cornejo por Wilhelm Reich.

La mente medio desquiciada de alguien que no tenía nada mejor que hacer en sus vacaciones (más que atravesar el camino del héroe y cambiar la historia) se le ocurrió hacer una reforma a los estatutos. A ver si en una de esas, la gente se animaba a participar y cambiar el mundo.

Para dar una respuesta definitiva (al más puro estilo de “¿Quién merece ser millonario?”) se me ocurrió que podía revisar nuestra propia Biblia política (los estatutos del CEPS). Mi idea: corregir lo que nos faltó por hacer durante las movilizaciones de los secundarios. Así es, nos estaban fallando “los estatutos”: el documento que nos dice cómo funcionar y con qué atribuciones contamos para representarnos.

«¿Para que cambiar los estatutos del CEPS si son tan inofensivos?» Pensará la mente inquisidora del incrédulo psicólogo. La respuesta es simple: para que aquellos oscuros personajes que se instalan en esa oficina donde calentamos gratis tu almuerzo no sean ajenos a tu vida cotidiana. Para que los delegados no sólo se encarguen de organizar el carrete de fin de semestre. O que sólo se dediquen a luchar contra la administración del Campus en vistas de un sobrio asado de curso.

¿Entonces esa masa ingente de seres bizarros que se pasan tomando café en la oficina sirven para algo? No lo sé. Pero sí sentimos la tendencia magnánima de repartir el poder que se supone que tenemos para que la gente pueda reclamar. Reclamar si alguna directiva no lo hace bien, si no se mueve por sus intereses, si se pierden cosas que les fueron legadas por las directivas anteriores, etcétera.

¿En que consiste esta cosa de los estatutos al final? En que si aprueban la reforma tendrán modo de reclamar (si es bien fundamentado) si la directiva está incurriendo en malas prácticas. Además se adjudicará al consejo de delegados uno de los dos votos ante la FEUC (el ponderado). Habrá dinero destinado para cada curso. Si hay problemas importantes se TIENE que llamar a asamblea (y que nadie reclame que las decisiones se toman entre cuatro paredes).

Estimados conciudadanos: es tiempo de que le demos otra forma de funcionar a nuestros representantes. Y así como Cornejo regreso de USA como una estrella de rock ochentera, los montos pulsiones que cargan nuestras representaciones nos mueven hacia la reforma...

Nicolás Didier

Canal CEPS

Consejo

Un día como cualquier otro en San Joaquín, saliendo a las seis de clases en alguna de las miles de salas que empiezan con “N”. Todo estaba en su lugar hasta que un compañero me dice: “¡Compadre! ¿Unas chelas?” (o por lo menos eso fue lo que yo alcancé a escuchar). Y luego de imaginar el cuadro me di cuenta de que tenía otro compromiso previo del que me estaba escapando inconscientemente. - Tengo reunión de delegados viejo, ¿dejémoslo pa otro día?

Me fui apurado porque entre trabajos y flojeras varias se me había olvidado que tenía que llegar a la reunión ese día, ya me imaginaba como me iban a lesear cuando llegara. Y yo que estaba tan bien en mi campaña de dejar el café... Entro en la pieza y me encuentro con un círculo de unas 7 u 8 personas que discuten acaloradamente. Al notar mi presencia casi todos se quedaron callados, excepto una de ellas que insistía en seguir peleando. A mi derecha me reciben con un “¡Güena compadre!”, un abrazo y dos golpes en la espalda.

– Disculpen por llegar tarde.- Supe decir mientras me desabrigaba un poco.

– ¡Ah no! Es Im-Per-Do-Na-Ble –respondió una de ellas para hacerme sentir avergonzado (risa general).

Me senté donde pude encontrar un espacio, en este caso fui a dar al lado de mi compadre y de una de las chicas.

– ¿Cómo estay? –Me preguntó ella en voz baja, a lo que respondí con una sonrisa.

– Ok… –llamó la atención la coordinadora y prosiguió sólo cuando vio que todos estábamos atentos.- Estábamos hablando de lo que se va a hacer respecto a la propuesta del CEPS de la reunión…

No alcanzó a terminar la frase cuando salieron muchas voces a colación.

– Y yo iba diciendo que los de quinto no tenemos mucho tiempo libre, así que dudo que participen mucho.

– Sí, pero igual no pierdes nada con invitarlos.

– Es verdad… –apoyamos varios asintiendo con la cabeza.

– Los novatos no tienen dramas, pero ya los más viejos nos empezamos a separar po.

– Yapo, movámosla que tengo que estudiar cognitiva…

– ¡Oigan yapo que esta güeá no es carrete!

– Yo creo que tenemos que preguntarle bien a todos nuestros compañeros antes de tirarnos.

– El problema es que estamos contra el tiempo po.

– Sipo, y los de segundo nos vemos repoco, preguntarle a todos es un cacho.

– Es que igual la propuesta está como mal formulada.

Ya con este último comentario me di cuenta que el tema daba para largo y sin pensarlo dos veces pregunté: “¿Nadie quiere un café?” A estas alturas del partido sin un poco de cafeína no llegamos ni a la esquina…

Saúl Zúñiga

The Chimney Sweeping

Exámenes e Histeria Conversiva
(Cuando “si la violación es inminente, relájate y disfruta” no funciona)

Debo confesar que, en mi encantadora y neurótica existencia, la histeria me ha sido en ocasiones de gran ayuda. Es que no hay quien se resista a una histérica que sepa usar sus atributos. Y con nadie, quiero decir nadie. Jamás he pagado tarifa completa en el transporte público: basta con saludar coquetamente y, si las cosas se ponen difíciles, cerrar discretamente un ojo mientras se paga rozando levemente la mano de la víctima. Nunca falla. Lo mismo pasa en las calles: a pesar de manejar como los mil demonios, no ha habido mortal que tenga el corazón de sacarle un parte a someone such lovely as me.

Y, sin embargo, aunque considero que una histeria controlada y fascinante puede ser beneficiosa para la salud –y sin duda también para la vida social–, me ha jugado malas pasadas. Sin ir más lejos, hace un par de semanas, un examen oral –no diré el ramo, pero sólo recordad mi debilidad por aquellos encantadores poseedores del saber, es decir, psicoanalistas– provocó en mí un nuevo ataque histérico. Es cierto, nada tuvo que ver con las parálisis de antaño, no empecé a hablar en ruso, cantonés o mongol –aunque quizás, para el nivel de burradas que dije, hubiese sido mejor–, tampoco me trasladé a tiempo pasado ni, muy a mi pesar, le coqueteé a you know who. Pero juro por Freud que el día anterior amanecí con un nudo en la garganta, que ese mismo día el nudo había crecido, que una vez dando el examen no sólo el nudo entrecortaba mi respiración, sino que también me dificultaba el habla y que, al terminar, el nudo desapareció y no volvió más.

Algún bienintencionado conductista me podría decir que sólo eran “nervios pre-examen-oral-de-un-ramo-fascinante” y que en sólo 2 sesiones me solucionaría el problema (“¡llame ya y le incluiremos además la cura de su fobia a los payasos charlatanes, completamente gratis!”). No obstante, si bien algo de nervios hay, la represión fue la culpable de todo. Podría explicarse desde el Edipo, ya que you know who tiene un gran no sé qué mezclado con un profundo aire paternal –he looks so much like Mr. O.–. O podría ser también la pulsión de muerte que mete su cuchara en los momentos menos apropiados. O quizás una manifestación inversa de narcisismo. O tal vez la transferencia...

Shit! Siento subir por mis brazos las cosquillitas de la parálisis. Maybe I said too much. Maybe I just need my favorite psychoanalyst. Where are you?

Iré

Voy a tomar un infierno con forma de beso, en una noche
de leche, blanca y refractante,

pálida aún, helada cuando su génesis
el atravesar invisible
Voy a caer por una ventana,   

de un sexto piso para que me asalte el desconcierto,
de vivir antes de la vida, y morir, la palabra (estigma del cuerpo)
que unTauro me conjuró hace dos lunas
En el barro.

Voy hacer y cantar silencios de papel,

en EL aire sin dolor, como una muñeca de oroplasto.

Me voy a bajar de la nube, cuando la lluvia me caiga en la boca, y el cielo ES gris
Me voy a secar en una esquina como un anonimato, caeré la luz antes de tiempo,
rezaré mi plegaria; dagas en el corazón del todo poderoso.
Me voy
Hacer un buen calco de los colores y secretos de mi aislamiento
Me voy...

Iré

146 palabras
por José Ignacio Contreras

The APA Code

Hay una técnica muy especial para decir cosas sin sentido y que parezcan confiables. Les presento a las estimadísimas citas APA (Fernández, 1999). Es simple y sencillo. En nuestra vida académica, infinitas veces realizamos trabajos y tenemos información que no sabemos de donde la sacamos, ni quién es el autor original (alumno, 2006, comunicación personal). En medio de la desesperación y con la grata compañía de simpáticas horas de insomnio, coloridas tazas de café y uno que otro cigarro, recurrimos a un recurso usado desde tiempos inmemoriales: la charlatanería (Aristóteles, muchos años antes de Cristo, comunicación personal). Es cierto, pues como dijo el filósofo ruso Volkov (1865), “todo está en convencer al lector del trabajo, que es verdadero lo que decimos” (p. 788). También lo dijo Gudmunsdottir (1253), en su conocido tratado de lógica: “el hombre es un ser que convence a través de la palabra” (p. xxi)

Hay otras técnicas que son utilizadas por ciertos alumnos (no soy de ese tipo, pero lo he escuchado). Consiste en arrendar libros compilatorios y resumidos de psicología, que son generalmente escritos por autores estadounidenses y que incluyen las citas APA como criterio de redacción de su obra (Rodríguez, 1992). ¿Qué hacer entonces? Tomemos como ejemplo al clásico Papalia (1991; 1992; 1993; 1994; 1995; 1996; 1997). Imaginemos que en él dijera: “Vigotsky explica la Zona de Desarrollo Próximo como la distancia entre el desarrollo actual... etc. (Vigotsky, año X)”. Nosotros podemos poner: “Según lo explicitado por Vigotsky (X) la Zona de Desarrollo Próximo es… etc.” y nadie se percataría.

Por mucho que odiemos a las famosas citas APA, podemos darle vuelta la mano y reírnos de ella en la cara (APA, 2006).

por Dan Braun (Alumno Pensando Anomalías)

Bienvenido a Psicología: Elige tu mentira

Compañeros: dudas, incertidumbres y lagos nocturnos viajan de arriba abajo por el cosmos y el mundo de la vida. Siempre cercano a los contornos de las teorías y modelos aparecen algunas dudas. El problema de la certeza, de la certidumbre, del saber, ha sido problema para toda disciplina concebida por el hombre, las ciencias, las humanidades, ha sido y es problema para la física o la biología. Lo fue para la física en tiempos mozos, en que se desvelaban genios frente a ecuaciones, que no lograban explicar lo que veían frente a un experimento. La física cuántica deriva en el uso del método probabilístico, la partícula escapa al hombre que redacta el principio de Incertidumbre. “La realidad como programa”, “la física es metafísica”, declaradas por el físico más famoso: Einstein. En esas preguntas se movía aquella disciplina sobre la que se inspiraban otras, como la psicología en su momento, antes de los tiempos erráticos de la gestación de la física cuántica. No muy distintas cosas ocurren en psicología, ni en otras disciplinas, no ya respondidas son hoy esas preguntas. Se abre moza la incertidumbre del primer psicólogo frente a su paciente, en su primer día. Trata de articular cosas con las teorías y modelos que trae de la universidad. Frente, tiene el inmenso mar que son los ojos.

Teorías no comprobadas racionalmente, algunas no comprobables de hecho (crítica de Popper al psicoanálisis), teorías que no pueden ser seguras, por naturaleza.

Estudios probabilísticos, epidemiológicos, etnográficos, teóricos. Incertidumbre de clasificaciones, etiquetar al paciente. Según dirá el doctor Caponni (2003), el diagnóstico no será ni objetivo ni subjetivo, sino ético. Una elección completamente libre. Se dice que las teorías jamás han querido presentarse a ellas mismas como certeras, pero a mí me parece que a veces nos movemos con una confianza que se deja llevar sin cuestionamientos y que fácilmente olvida algunas consideraciones. Quizás no apurarse tanto, dejar que la duda reverbere un momento más. Sobretodo en nuestra disciplina, y como en otras más, el conocimiento se dirige ahora hacia la funcionalidad, lo práctico, no ya buscando un conocer, o una mejor certeza, un conocer mejor. Se habla de una época de falta de certezas, se habla de los posmodernos que quieren tirar las teorías a la basura; se habla de consideraciones culturales, se habla de clasificaciones que encajonan, de tratamientos que deshumanizan. Conocer es limitar, parcializar; definir es enmarcar; conocer es desconocer. La precisión es un consenso, entre dos números siempre hay otro; la lógica es una tautología, las matemáticas una estructura vacía. Las teorías y conceptos son históricos, pasarán con el tiempo; un día nació el oxígeno, otro día nació el hombre según el hombre, y otro día un físico publicó un libro describiendo los primeros minutos del universo.

Mientras, Don Juan habla de ver. El misterio permanece en silencio. Frente al Kosmos, el orden universal, preferible el Tao, oscuro, caótico, silencioso, en movimiento.

Hagamos aquí un espacio para las preguntas, dejemos las preguntas abiertas.

por Nicolás Amaro

Qué nos quire decir Juancri

Hoy salí de la universidad con unas torrentosas ganas de escribir. Me han habían dado la importante noticia de la muerte de Juan Cristóbal.

Quedé confundido los primeros segundos y no logré razonar muy bien sino hasta un rato después. Y resulta que creo importante que nos detengamos un momento como escuela. Por Juan Cristóbal y por nuestra comunidad. Se hace necesaria una reflexión.

Conversando por ahí, me doy cuenta de que pocos conocíamos a Juan Cristóbal. Pocos habíamos hablado con él, y pocos compartimos su existir. Y el sentimiento de vacío es obvio: ¿Cómo fue posible que dejásemos escapar todos esos pequeños momentos en que pudimos haber compartido caminos? ¿Cómo fue posible que pasara entre 150 estudiantes de psicología como simple la arena entre las manos?

¿Qué nos desea decir Juan Cristóbal? He querido quedarme con un solo mensaje, de entre los miles posibles: Detenerse en cada cruce con el otro, saludarlo, sonreírle, comunicar la vida, transmitir color. No vaya a ser que la vida se nos escape mientras intentamos guardarla para nosotros mismos. No vaya a ser que se nos escape lo importante por atender un día a día vacío.

¡Qué importante es saber aprovechar el tiempo regalándonos a los demás!

Todos los días, en lo cotidiano, en los cruces de todos los pasillos. Y no porque estemos previniendo suicidios, sino porque en el Tú se aloja un misterio vital, uno del que nace lo que somos, uno con el cual –como psicólogos– no podemos dejar de maravillarnos.

La co-lumna

>Hoy: Vida PUC

Las 2 [y ½] B de los OFG

Bueno, bueno... me aprovecho ahora del optimismo y los aires nuevos que brindan las vacaciones, conjugado con la reciente toma de ramos, para hablarles desde esta tribuna, acerca de lo bueno, bonito y barato de los OFG.

Dejemos –eso sí– a un lado, por esta vez, el inconveniente de que todos los electivos estén condensados por malla, en los dos primeros años de nuestra carrera (o para ser mas precisa: en el segundo). También omitamos, solamente por la ocasión en curso, la lata de juntarse en horarios-poco-convenientes con completos-desconocidos que suscitan estos ramos, en sus innumerables talleres (sí señor lector, al parecer no soy una extravertida).

Nada de eso tendremos ahora en mente. Tampoco la pérdida de tiempo inicial, intentando encontrar la bendita sala en que se imparte el curso: la Q 48. No, no, no. Eso tampoco. Ahora vamos a pensar en esos lindos ramos, que no ameritan tan frecuentemente la visita a la fotocopiadora y el desembolso de una suma de dinero, a cambio de nuestro tiempo libre. Porque al contrario de lo que ocurre por estos lares, generalmente esos cursos no tienen religiosamente presupuestadas las lecturas semanales (excepto para aquellos poco ingeniosos –como yo– que se les ocurre tomar ramos en Historia). Menos lecturas, he ahí lo bueno.

Vamos a lo bonito. ¿No es bonito que de vez en cuando –y sólo de vez en cuando– no se escuche hablar del falo, la integración, los abundantes “depende” o del-mismo-asunto-desde-todas-las-perspectivas-posibles? (sí, porque todas son válidas).

¿Y lo barato? Bueno, de barato no tienen nada. Porque aunque usted esté en su segundo año, con dos cursos de “psicología” y 3 electivos de estética, seguirá pagando el exiguo arancel de su carrera de origen.

Por ello, si usted quiere revelarse contra el sistema y recuperar el excedente de sus sencillas clases profesor-pizarrón, tome electivos de medicina.

¿No quiere? Bueno, por eso mismo usted estudia psicología: no desea revelarse contra el sistema, usted quiere… comprenderlo. Y ya está cansado de repetírselo a sus familiares: usted no quería sólo células [usted era aún más ambicioso], usted quería a la persona completa… discurso incluido.

Un café Universitario: entrevista a Carlos Cornejo

por Pablo Torrees

– ¿Cómo era Carlos Cornejo en el colegio?

– Buen alumno en notas, no tan bueno en “conducta”. Tuve varias veces problemas por conducta, pero como tenía buenas notas no era un gran problema, gozaba de algunas licencias por parte de los profesores. Yo creo que los problemas de conducta se debían a que me aburría en el colegio; me sobraba el tiempo y las ganas entonces hacía travesuras con las que me gané unas buenas hojas de anotaciones en el libro de clases. En el peor año, fui catalogado como “líder negativo” por los curas del colegio.

Ficha técnica
Nombre:Carlos Cornejo Alarcón
Edad:35 años
Colegio:Liceo Salesiano Manuel Arriarán Barros (Gran Avenida)
Hijos:No
Comida favorita:Pastel de choclo
Placer culpable:De vez en cuando, me fumo un puro
Película favorita:Aguirre, la ira de Dios (1970)
Novela favorita:La divina comedia
Mujer perfecta:Hanna Arendt
Hobbie:Nadar
Ph.D:Psicología, Universidad de Colonia, Alemania.

– Alguna anécdota escolar que contar...

– Varias, pero creo que no pueden ser contadas. A ver…el día de mi santo en 2° Medio algunos de mis compañeros comenzaron a perseguirme para celebrarme con lo que se llamaba en ese entonces “la peladilla”, modo como se decía el que te sacaran la ropa… en mi desesperación, salí corriendo y fui a dar al templo contiguo del colegio llegando a la parte posterior del altar donde fui sorprendido por uno de los curas. Me preguntó: “¿Qué está haciendo aquí, Cornejo?”. En mi desespero comprendí que debía dar una respuesta rotunda y contundente a la cual acudió un: “Vengo para ser acólito”… 30 minutos después me encontraba con sotana ante todo el colegio, incluyendo a los mismos que me estaban persiguiendo, ayudando en una misa.

– Y la familia… ¿cuántos hermanos?

– En total somos 5 hermanos, yo soy el tercero.

– ¿Y cómo le decían en la casa ?

– Charlie. Porque mi papá se llama Carlos y mi mamá comprendió rápidamente que no podía haber dos personas con el mismo nombre en la familia. Hasta el día de hoy mi madre me dice así.

– ¿Mantiene amistades de cuando chico?

– Sí, del colegio. Dos amigos: uno que conocí en primero básico y otro en quinto básico. Nos seguimos juntando hoy al menos cada dos meses con familias incluidas. Son las mejores amistades. Uno cambia mucho y estos amigos son un ancla que te mantiene conectado con lo que fuiste. Son de las pocas personas con las que se puede ser sincero y está bien. Personas con las que hay confianza plena.

– ¿Cómo le iba con las mujeres en la media y en la universidad? ¿Es cierto el mito de que fue pareja con la Marcela Vacarezza?

– Siempre me fue regular, ni muy bien, ni muy mal. Pocas conquistas, supongo que por que siempre he sido una persona tímida. En cuanto a lo de la Marcela; éramos amigos, parte de un grupito, compañeros de promoción. Esto fue en los primeros años de la universidad, después ella comenzó a interesarse por cosas lejanas a la psicología, lo que nos distanció.

– ¿Entonces desmiente el mito?

– Sí. Lo desmiento.

– Tengo entendido que Ud. fue parte del CEPS cuando universitario… ¿Qué cargo tenía?

– Sí. En la época en que no se llamaba CEPS sino Centro de Alumnos. Fue en el año '89 cuando el presidente era Eduardo Barros, profesor actual EPUC. En aquella época éramos bastante amigos. Mi puesto era ser vocal de cultura. En ese entonces sacamos junto a Iván Armijo un pasquín que se llamaba “El Psicocrático”, además nos preocupamos de traer a la escuela un par de charlas en las cuales los invitados fueron Marco Antonio de la Parra, una; la otra con el entonces no tan famoso Gastón Soublette quien dio algunas charlas de psicología del cine.

– ¿Cómo llega Carlos Cornejo a ser docente EPUC?

– Luego de titularme de Psicólogo Clínico estuve trabajando un tiempo en clínica y también en psicología laboral, pero sobre todo estuve trabajando junto a Franco Simonetti como ayudante en una de sus investigaciones. Después de esto me fui de Chile al doctorado. Cinco años después, cuando estaba terminando mi doctorado, le escribí a algunas universidades, entre otras a la escuela, encabezada en aquel entonces por Ricardo Rosas, presentando mi intención de volver a Chile y trabajar como académico. Habían pasado 5 siendo extranjero y quería dejar de serlo. Quise volver a la patria, lugar donde poder sentirme realmente perteneciente. Bueno entonces el año 2000 fui aceptado como académico de la escuela.

– Entonces ¿a qué edad comenzó a hacer clases en la UC?

– Con 29 años me doctoré y comencé a hacer profesor auxiliar EPUC.

– ¿Qué es lo que más le ha gustado de ser académico aquí y qué es lo que menos?

– Lo que más... ehh... yo creo que la libertad que existe en la escuela de investigar en los temas y teorías que a ti mejor te parezcan.

Lo que menos… es algo endémico de la educación chilena, no exclusivo UC: Es lo que yo llamo “el importismo” entendido como la importación a-crítica de teorías y modelos desarrollados en otras partes, particularmente en el hemisferio norte. Aunque considero fundamental conocerlos, no me gusta la naturaleza a-crítica de esa apropiación, que hace que muchos modelos deficientes gocen de aceptación. Creo que estas importaciones no sirven si no se adaptan a las condiciones y características antropológicas e idiosincrásicas. El culto a ciertas teorías y a sus profetas o importadores nacionales es ciertamente un hábito nefasto si queremos generar emancipación del pensamiento.

– Encuentra que el o la estudiante promedio EPUC es abispado(a)?

– Hay de todo, pero en general el nivel es muy bueno, aunque creo que no dan todo lo que podrían dar, creo que por la cultura tácita en la que vivimos. Según esa cultura, el estudiante de psicología vitrinea teorías durante los primeros años. Por ahí por tercero, pareciera que los alumnos eligen una teoría. Desde ahí, suspenden el juicio crítico y se dedican a repetirla.

– ¿Cuáles son sus colegas yuntas?

– Hay varios, pero por decirte algunos: Ricardo Rosas, Francisco Ceric, Franco Simonetti, Roberto Aristegui, Alejandro Reinoso, entre otros. Es según áreas de interés, y como mis intereses son variados, según el juego que juegue me siento cerca de distintas personas. Son colegas pero también los considero amigos.

– Al parecer le tocó sabático, ¿a qué se debió el viaje, para dónde fue, a qué fue? ...dicen que anduvo surfeando.

Estuve en California, San Diego y terminé las últimas semanas en París, en una conferencia. Básicamente fui a escribir y analizar datos con el profesor Rafael Núñez de la Universidad de California. También aproveché e hice un curso de surf. Pensé que si uno no hace surf en California es muy difícil que aprenda en otro lugar. E hice un poco. Es difícil. Es fundamentalmente práctica. Suena glamoroso en Chile pero la verdad es que allá es muy común, una actividad muy esparcida, aunque no puedo desmentir que es cool.

– ¿Sobre qué está investigando actualmente?

– Estoy pensando en mi tema nuclear de siempre: El significado. Mi posición teórica no es conceptualista, sino más bien pragmática. Creo que el tema del significado ha sido mal entendido desde sus orígenes. Todas mis investigaciones experimentales y etnográficas tienen que ver precisamente con hacer avanzar una teoría pragmática del significado del Habla, no de la Langue, que, más para mal que para bien, es la tradición que hereda la psicología de la lingüística.

– ¿Cuáles son sus aspiraciones académicas, profesionales o como investigador?

– Extraer las consecuencias prácticas de una visión contextualizada del significado. Me interesa indagar en implicancias educacionales y organizacionales de la actividad cognitiva entendida pragmáticamente.

– Bueno, profe, ahora le voy a preguntar unos “Sabía Ud...”: ¿Sabía Ud… que algunos dicen que es el Alejandro Sanz criollo?

– Jajaja. No tenía idea. Me parece divertido, no es la primera vez que lo escucho. A Sanz lo he visto aunque no lo ubico bien.

– ¿Sabía Ud... que sus alumnas en clases más que tomarle atención a sus palabras se dedican a mirarlo?

– No tenía idea... me parece mal, porque lo único importante de un profesor es lo que tiene que decir.

– Y... ¿se queda con el new look o aplica tijeras?

– Yo creo que aplico tijeras, pero voy a esperar a que pase el frío.

– Bueno... Muchas gracias por su tiempo, el café y la buena onda profe.

– De nada, gracias a ti.

¿Sabías qué?

Nuestros reporteros nos traen algunos sabrosas copuchas que rondan EPUC. ¿Sabías tú que...?

En una de esas ocasiones azarosas, en medio de unos trámites bancarios fue posible apreciar la estrecha relación que aún conserva nuestro psicoanalítico profesor Alejandro Reinoso. Lo sorprendimos con nuestros propios ojos acompañado de su madre, quién cariñosamente lo llamaba “Alejandrito”, a lo que él respondía sin ser menos “¿sí, mamita?”

Reporteando por los pasillo de la EPUC, nos enteramos del rumor que todos comentan: Quién domina las pistas de baile y se luce en cada evento recreativo que se le pasa por delante, es nuestro metódico profe Roberto González. Ya cuenta con una fama de: “gurú del baile”. Desde el reggeaton del momento hasta la cumbia más pachanguera, algunos afirman con certeza: “él baila lo que le pongan” (Alvarito, 2006).

Jueves

Jueves, tercer módulo, N16, como siempre.

“...basta con la absurda distinción mente-cuerpo, Varela y las investigaciones en Neurociencia son categóricas. Escúchenme bien, esto es un cambio de paradigma muchachos. Técnicas orientales les permitirán ponerse en contacto con su yo interior y así con toda la humanidad (...)” – decía Alvarito animado y sudoroso, mientras apretaba un tornillo del cable que conecta el data con el notebook.

Al fondo de la sala, Cornejo, silente y suspicaz, bebía absorto el último sorbo de su tibio café.

Jaime Balladares (4º)

Primer Lugar. Concurso "La Escuela en 100 Palabras".

Hanging Around

Viernes 21:53 hrs.

Examen de mier... Es mi nick en msn. Decido conectarme para ver cuáles son las opciones. El pelao me habla apenas entro. Me dice que la Maca está sola en su casa, y que el carrete va sí o sí.

En la fiestoca.

– Yapo, Bruno, anímate. ¿Qué onda tu nick de hoy? ¿Qué te pasó?

– Na' lo de siempre, ahí me tienen leyendo los psicólogos. Pa' después preguntar un detalle en el examen oral.

– Ah, que mala onda...

Cacha que entraba el análisis de la personalidad del protagonista de una película, y nos preguntaron por el personaje secundario... Ahí quedamos los tres pelotas con cara de: "una ayudita por favorcitoo"

– Bueno loko, 'tamos de vacaciones así que lo que pasó, pasó no más y chao.

– Sí, obvio...

La clásica base de reggaeton suena a todo volumen.

Busco con la mirada a mi ahijada de primero (No sé cómo se llama. Y si sabía, ahora no lo recuerdo). Ahí está, me saluda de lejos con un sutil guiño. (Me mató).

1:15 hrs. piscola sin regulación de cantidad pisco v/s coca-cola.

– Wena Bruno, ¿qué hací tú acá?

(Abrazo apretado/cariñoso propio de una amiga de confianza)

– Hola Sole, ¿cómo estái? Con la Maca éramos compañeros de colegio.

– Sipo, sí sabía, tamos prendíos parece ¿En cuál vai? ¿Cuarta o quinta?

– Te mandó saludos la Bernardita, dijo que te tenía listo el ramo que le pediste.

– Ja ja ja, que eres pikao, después el que termina cayéndose de las escaleras eres tú.

– De ahí nos vemos mejor. Voy a bailar con el Pito. Chaito.

2:08 hrs. El vaso está vacío.

Prendo un cigarro y decido ir en busca de mi ahijada.

(El Pito y el Pelao hace rato que no los veo por ninguna parte, quizás en que andan.)

Veo, a lo lejos, a tres paquetes muy estilo “high school”, potitos rosados los lolos, onda escuela de ingeniería comercial de la PUC (¿se entiende?). Justo con ellos está esta galla.

La estoy mirando (y ella lo sabe). Me devuelve su “cambio de luces”, y con evidente inocencia, camina en mi dirección, chocándome levemente con su hombro, siguiendo su camino hacia el living (pista de baile). La sigo, veo al pelao en plena mocha con la Vero (su ex). Llevan mil años en lo mismo: pololean, terminan, vuelven (recaen, se abuenan o como quieran llamarle).

Bailo con mi ahijada, y hay feeling/conexión. Se ríe y me mira. En ese juego seductor estamos, cuando revisa su celular y se le desfigura la cara. Me dice que se tiene que ir. Le pido su teléfono, pero como no me sé su nombre le paso mi cel para que ella lo anote, y así pasar piola. Al momento había desaparecido entre los fiesteros (ya borrachos por supuesto). Me quedo intrigado por su extraño actuar.

Llega la Sole de improviso

– Oye, Bruno, caché que conociste a mi prima la Cata.

– Ah sí, es mi ahijada de la U.

– Cuidadito ahí que yo la conozco, y te puedo decir que es bien freak.

– Daaaale, gracias por la asesoria.

– Era un comentario no más. Tú sabes que te quiero...

– Yo también (sonrisa incómoda).

Mensaje de texto: Anda al baño. Tomate la pastilla que deje en una bolsita en el primer cajón. Y sale. Cata.

Entre dudas, me dirijo al baño, y veo una pastilla que me tinca que es algo así como un éxtasis (¿qué más va a hacer?) me la tomo sin pensarla mucho. Total una no es ninguna dicen... Busco mi chaqueta y salgo bajo la lluvia. Alguien me hace señas desde el copiloto de un auto. La impresión es máxima cuando observo que al volante se encuentra un conocido profesor de nuestra escuela.

Me subo sin decir palabra alguna, y empiezo a sentirme muy extraño (como era previsible). La Cata me mira y sonriendo me toma la mano...

Continuará...

Bruno Grossi