Mostrando las entradas con la etiqueta hanging around. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta hanging around. Mostrar todas las entradas

noviembre 01, 2006

Hanging Around

por Bruno Grossi

A sangre fría complete mi propósito. Eliminé sin titubear al profesor Cornejo, y con toda ataraxia mental, logré calmar la sed de venganza contra la Cata.

El atardecer fue el escenario de mi escape. Libre en la ciudad, siento el control. Me pregunto por qué voy calmo después del asesino episodio. Sin más vuelta que darle, mis pensamientos se centran en lo que viene. Lo primero será deshacerme de ese clon que debe estar disfrutando de mi vida, aunque más prudente sería informarme bien qué se trae todo este plan del que he sido parte.

Observo desde lejos lo que ocurre en mi casa. Se ven algunas luces prendidas, y alcanzo apenas a escuchar la voz de mi mamá llamando a los demás a cenar. Me siento muy bien de ánimo. Al parecer salir de esa maldita pieza me ha dado energías. Así que decido ocupar la noche para planear todos los pasos necesarios que mañana marcarán el inicio de mi nueva vida

[8:30 a.m. Al otro día]

Entro a san Joaquín. Busco un lugar estratégico, esperando la probable aparición de la Cata, y también de mi clon. Por esto, debo ser cuidadoso, nadie puede notar que habemos dos Brunos dando vuelta por el mismo lugar.

Ahí viene. Tal como lo esperaba, su cara demuestra una preocupación terrorífica. La Cata camina asustada, como si en cualquier momento se le fuera a desencadenar una feroz crisis de pánico. Llego a pensar que intuye que la estoy siguiendo.

Llega a psicología. Sólo hay cuatro pelagatos en el patio central, cuando sorprendido veo a la Cata que camina en dirección a las canchas conversando con el profesor Juan Pablo García. Antes de llegar a matemáticas se separan, a instante seguido, bruscamente, la Cata se da vuelta. Abro una puerta de una sala y me escondo. ¡Mierda, me vio! –pienso; salgo y la veo mirando en la dirección que me encuentro. Corro y la tomo del brazo:

– Cata, hazme caso, o te espera el mismo destino que al profesor Cornejo.

Me mira con cara de cordero degollado, se ven las brillantes lágrimas a punto del desborde en sus ojos.

–…Bruno, no me hagas nada. Yo puedo ayudarte. De quién debes deshacerte es de Juan Pablo, él fue quién comenzó todo esto.

Acto seguido, la Cata saca de su mochila un tip-top. Me mira con ese gesto cómplice, el mismo gesto de aquella vez en la fiesta de la Maca. Lo tomo y lo guardo en mi bolsillo.

La Cata dice que tenemos que ir al laboratorio de casa central. Es ahí el lugar propicio para mandar a mejor vida al profesor.

Veinticinco minutos más tarde, estábamos los tres cara a cara. El profesor balbuceaba un discurso tipo súplica, aludiendo a que los cambios evolutivos eran un paso decisivo para cumplir la misión que Dios nos encargó, de completar la creación.

El profesor en una rápida maniobra, toma por el cuello a la Cata y amenaza con matarla. Sin pensarlo mucho –aunque ya intuía algo como esto--, atravesé el cuello de la Cata de una sola estocada. Cayó al suelo con la triste mirada al infinito.

– Profesor tenemos mucho que hablar. Desde ahora somos los únicos que guardamos el secreto de los cambios evolutivos. Yo los llevo en mí, y usted sabe la teoría... eso nos hace socios entonces.
– Bruno, yo sabía que la voluntad de Dios se cumpliría. Sabía que tú eras el indicado. Dios obra por misteriosos caminos. Ha llegado la hora del principio del fin. Serás quién empezará la era más esplendorosa del hombre. Para, más tarde, dar paso al final que el supremo planea.
– Sí profesor, como quiera. A mí no me interesan sus vaticinios. Ahora debemos ponernos manos a la obra para eliminar a mi clon, y así poder entrar de lleno con la puesta en escena del negocio más grande de la historia, con el que nos haremos millonarios.
– Así sea Bruno, así sea.

octubre 01, 2006

Hanging Around

por Bruno Grossi

Revisando mi estadía encarcelada, en esta especie de libro biográfico, tengo la impresión de desconocer lo que he escrito en aquellas páginas de hace ya más de dos semanas. Las inyecciones periódicas que el profesor Cornejo me suministra; las acepto sin poner resistencia, e incluso (aunque ni yo entienda cómo) he sentido placer de estar solo en esta sala.

Sé que nunca he sido adepto a buscar nuevos estados de consciencia a través de la meditación, sé que me burlaba de los que buscaban autoconocerse y ni siquiera alguna vez tuve intensión de aprender yoga (aunque estuviera de moda) o algo de ese estilo místico... Pero, últimamente, una extraña fuerza interior –que sospecho ha sido provocada--, me impulsa a liberar energías que incluso podría reconocer a simple vista (veo sus colores cuando salen de mí).

El profesor Cornejo tenía razón con aquello de los “cambios evolutivos”, este nuevo despertar me ha conectado con pasajes de mi vida de niño que jamás había escuchado de mi madre. Aunque me pregunto, si estas nítidas imágenes de mi infancia serán reales o si todo es producto de un disfrazado delirio producido por las inyecciones. Ya no sé que pensar. Por un lado, soy feliz con estas nuevas capacidades, pero al mismo tiempo siento que ya no echo de menos a mí familia; es más no pienso en ellos casi nunca. Todo el día estoy haciendo ejercicios de meditación, hago dibujos abstractos de los cuales me impresiono, y lo más impactante fue cuando ayer me descubrí haciendo cálculos matemáticos mentales de problemas que yo mismo me auto-formulaba.

Pensamiento Bruno: Cuando recoja y, más tarde, lea mis anotaciones; Cornejo no sospechará en absoluto del plan de escape que estoy preparando en mi cabeza. El muy iluso cree que ya asumí mi encierro. Me extraña que él, sabiendo teóricamente todas estas nuevas capacidades que poseo, esté tan relajado y no dude sobre mis intenciones de fuga. En realidad, cuando esté afuera me va a dar un poco de culpa en denunciarlo, pues no está nada de mal mis nuevas “evoluciones”.

- Hola profesor, ¿Me va a pasar mas lápices a colores para seguir con mis dibujos?

Su cara lo dice todo, me mira como diciendo: “pobre loquito ya me dará las gracias cuando el proceso se complete”, si supiera...

- Hola Bruno, mañana te los paso porque a la cata se le olvido comprarlos.
- Ah ya, ya gracias. Mire que tengo unos dibujos en mi mente que no soportaría seguir viéndolos sin poderlos pintar tal cual como son. Me traen pesadillas, usted sabe, debe saber.

Pensamiento Cornejo: hasta cuándo le irá a durar el periodo de trance, ya debería haber acabado... a veces me llega a dar miedo el cómo experimenta el proceso.

- No te preocupes, mañana sin falta los tendrás en tus manos, aunque espero que no los gastes tan veloz como los anteriores, ¿eh?
- Se lo prometo, gracias profesor.

[Al otro día]

Fue más fácil de lo que yo pensaba. Cornejo entró calmadamente (acostumbrado a mi buena “conducta”). Al dar un paso en la sala, lo estaba esperando al costado de la puerta de espalda en la pared con mis asesinas y eficientes armas caseras. La primera estocada con el lápiz que él había olvidado pedirme la semana pasada (grave error de su parte) fue certera en la boca del estómago y antes que alcanzara a mascullar un atisbo de grito, con los cordones de mis zapatillas lo acogoté a sangre fría. En ningún momento vacilé, hasta que cayó inerte. Estaba orgulloso de la perfección con que llevé a cabo el plan, pero no había tiempo que perder. Salí sigiloso y me encontré con la Cata durmiendo en el sillón. Pensé en matarla a ella también, mas la salida a mi libertad estaba tan cerca que decidí que ya habría tiempo de venganzas. Entonces, con la habilidad de un ladrón abrí el candado de la puerta de salida. El aire frío me golpeó la cara, corrí a perderme en la ciudad.

Continuará...

septiembre 01, 2006

Hanging Around

por Bruno Grossi

Quedar borracho, jotearme a mi ahijada (la Cata), cachar que mi mejor amiga (la Sole) se puso celosa, tomarme lo que yo creía era un éxtasis. Dejé botaos a mis amigos (el Pelao y el Pito), y me subí a un auto que conducía un profe de la escuela acompañado, nada más ni nada menos, que por mi ahijada. Mm mmm, sí, así ocurrió exactamente... aunque después de todo lo que me ha pasado, ya dudo hasta de mí mismo.

Peinando –literalmente– la muñeca me encuentro hoy encerrado en un lugar que parece que no conozco, o quizás estuve en alguna vida pasada aquí, o quién sabe... No sé ni para qué escribo esto. A lo mejor porque en esta pieza sólo hay papel y lápiz... a lo mejor, a lo mejor... qué dolor de cabeza.

Hasta la memoria de los recuerdos de hace una semana es increíblemente mejor de lo que era hasta antes de la fiesta, pero parece que me dio la enfermedad de “memento”, porque no tengo ni la menor intuición de cuando me trajeron para acá, ni sé donde me encuentro espacialmente.

La película se torna difusa desde que me subo al auto del profe [cuya identidad no podré revelar por ahora; sólo puedo decir que es joven (pa’ que se hagan una idea)]. Apenas me subí, me sentía muy mareado. La vista era borrosa, y en mi cabeza había hormigas... así como cuando se duerme el pie y después vienen esas agujas torturizantes: esa misma era la sensación, pero en la zambeca –dijo el huaso. Estaba muy cansado, los ojos se me cerraban, ni siquiera podía hablar. Entre cabeceos, antes de dormirme por completo, alcanzo a escuchar la voz enojada del profe que algo le dice a la Cata. No recuerdo qué le decía, pero por el tono no me gustó.

Luego, cuando volví a abrir los ojos, me encontré en un lugar desconocido. Estaba acostado boca arriba, en una pieza sin ventanas de, más o menos – cálculo yo-, unos ¿7 x 5 metros? El lugar estaba excesivamente iluminado con unos tubos que irradiaban una luz que me deshacía las retinas. No hacía ni frío, ni calor. Y lo único que había en esa pieza aparte de mí, era el colchón donde me habían dejado durmiendo.

No alcancé a investigar mucho las paredes cuando de pronto alguien abrió una puerta que se mimetizaba perfectamente con la pieza. Era de esas que son controladas electrónicamente, y que se deslizan como los portones eléctricos... Era el profe con la Cata. Entran e inmediatamente se cierra la puerta controlada por una especie de control remoto diminuto que tiene el profe en la mano. Me abalanzo sobre él para quitarle el control y escapar, pero no lo logré y me calmaron, diciéndome que me iban a explicar lo que sucedía.

No lo podía creer, cuando me dicen: “Bruno eres parte de un experimento que revolucionará la psicología mundial. La pastilla que tomaste fue hecha para el inicio del proceso para despertar tu mente”. ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Cuándo?, ¿Por qué?, ¿Qué hice yo para ser parte de esto? ¡Están locos! Fue lo primero que se me vino a la cabeza. Estaba anonadado. Mientras el profe balbuceaba algo así como que no me preocupara, porque, en teoría, no tenía efectos secundarios. En eso estaba cuando de golpe interrumpí y pregunté que cómo pretendía que mi familia no me buscara. Que seguro ya habían ido a los pacos a dejar constancia por mi ausencia. Pero no era así, estaba equivocado, pues el plan era mucho mejor elaborado de lo que yo pensaba, habían preparado cada detalle. Pues, en su laboratorio, me explicaba, habían creado una réplica de mi persona... Increíble ¿no? Estaba espantado, al borde del colapso, escuchaba pensando en si a lo mejor estaba soñando lo que estaba viviendo.

Antes de inyectarme un calmante para dormirme, me dijeron que se había cumplido ya la primera de las etapas del proceso, la que consistía en una serie de cambios cerebrales que ya me explicarían más adelante. Estos “cambios evolutivos” (como les llamaban ellos) se habrían llevado a cabo, supuestamente, en la semana que pasé durmiendo con el festín de psicotrópicos que me habían suministrados para el inicio del proceso...

¿Qué será de mí? ¿Que hago aquí? La angustia de no saber, de desconocer que hago hoy, me paraliza... ¿Cuánto tiempo llevo en esta pieza? Desde hoy, al menos, podré empezar a tener la certeza de qué cosas vivo cada día, gracias a este bloc de notas y este lápiz.

Continuará...

agosto 01, 2006

Hanging Around

Viernes 21:53 hrs.

Examen de mier... Es mi nick en msn. Decido conectarme para ver cuáles son las opciones. El pelao me habla apenas entro. Me dice que la Maca está sola en su casa, y que el carrete va sí o sí.

En la fiestoca.

– Yapo, Bruno, anímate. ¿Qué onda tu nick de hoy? ¿Qué te pasó?

– Na' lo de siempre, ahí me tienen leyendo los psicólogos. Pa' después preguntar un detalle en el examen oral.

– Ah, que mala onda...

Cacha que entraba el análisis de la personalidad del protagonista de una película, y nos preguntaron por el personaje secundario... Ahí quedamos los tres pelotas con cara de: "una ayudita por favorcitoo"

– Bueno loko, 'tamos de vacaciones así que lo que pasó, pasó no más y chao.

– Sí, obvio...

La clásica base de reggaeton suena a todo volumen.

Busco con la mirada a mi ahijada de primero (No sé cómo se llama. Y si sabía, ahora no lo recuerdo). Ahí está, me saluda de lejos con un sutil guiño. (Me mató).

1:15 hrs. piscola sin regulación de cantidad pisco v/s coca-cola.

– Wena Bruno, ¿qué hací tú acá?

(Abrazo apretado/cariñoso propio de una amiga de confianza)

– Hola Sole, ¿cómo estái? Con la Maca éramos compañeros de colegio.

– Sipo, sí sabía, tamos prendíos parece ¿En cuál vai? ¿Cuarta o quinta?

– Te mandó saludos la Bernardita, dijo que te tenía listo el ramo que le pediste.

– Ja ja ja, que eres pikao, después el que termina cayéndose de las escaleras eres tú.

– De ahí nos vemos mejor. Voy a bailar con el Pito. Chaito.

2:08 hrs. El vaso está vacío.

Prendo un cigarro y decido ir en busca de mi ahijada.

(El Pito y el Pelao hace rato que no los veo por ninguna parte, quizás en que andan.)

Veo, a lo lejos, a tres paquetes muy estilo “high school”, potitos rosados los lolos, onda escuela de ingeniería comercial de la PUC (¿se entiende?). Justo con ellos está esta galla.

La estoy mirando (y ella lo sabe). Me devuelve su “cambio de luces”, y con evidente inocencia, camina en mi dirección, chocándome levemente con su hombro, siguiendo su camino hacia el living (pista de baile). La sigo, veo al pelao en plena mocha con la Vero (su ex). Llevan mil años en lo mismo: pololean, terminan, vuelven (recaen, se abuenan o como quieran llamarle).

Bailo con mi ahijada, y hay feeling/conexión. Se ríe y me mira. En ese juego seductor estamos, cuando revisa su celular y se le desfigura la cara. Me dice que se tiene que ir. Le pido su teléfono, pero como no me sé su nombre le paso mi cel para que ella lo anote, y así pasar piola. Al momento había desaparecido entre los fiesteros (ya borrachos por supuesto). Me quedo intrigado por su extraño actuar.

Llega la Sole de improviso

– Oye, Bruno, caché que conociste a mi prima la Cata.

– Ah sí, es mi ahijada de la U.

– Cuidadito ahí que yo la conozco, y te puedo decir que es bien freak.

– Daaaale, gracias por la asesoria.

– Era un comentario no más. Tú sabes que te quiero...

– Yo también (sonrisa incómoda).

Mensaje de texto: Anda al baño. Tomate la pastilla que deje en una bolsita en el primer cajón. Y sale. Cata.

Entre dudas, me dirijo al baño, y veo una pastilla que me tinca que es algo así como un éxtasis (¿qué más va a hacer?) me la tomo sin pensarla mucho. Total una no es ninguna dicen... Busco mi chaqueta y salgo bajo la lluvia. Alguien me hace señas desde el copiloto de un auto. La impresión es máxima cuando observo que al volante se encuentra un conocido profesor de nuestra escuela.

Me subo sin decir palabra alguna, y empiezo a sentirme muy extraño (como era previsible). La Cata me mira y sonriendo me toma la mano...

Continuará...

Bruno Grossi