mayo 28, 2007

Conmemoración

En la edición de noviembre del año pasado, Diego Catalán se refirió a un bochornoso incidente que ocurrió en nuestra Escuela. En dicha oportunidad, un grupo de alumnas tomó fotografías de muñecas que aparecían realizando las más comunes labores de todo estudiante de psicología (sacando fotocopias, hablando con Bernardita, estudiando, etcétera).

La verdad es que todo quien vio la exposición parecía concordar en que estaba muy bien lograda y uno podía ver gente sonriéndose a sí misma mientras miraba la colección de fotografías pegadas a lo ancho de la fachada de la sala de estudios del segundo piso.

El problema de esto vino después, cuando de un momento a otro desaparecieron dos de las fotografías de la colección: aquellas donde las muñecas aparecían administrando un Rorschach y un WAIS. Cuando se quiso indagar en el tema, trascendió que una profesora de nuestra Escuela se indignó al ver estas imágenes y sintió que en ellas se jugaba algo de lo más profundo y secreto de la psicología. Por ello, mandó a sacar inmediatamente las susodichas fotos. Lo más feo de todo esto es que a las autoras ni se les informó y sus obras fueron requisadas de un modo más o menos grosero.


La señora del quisco frente al Templo no sospecha el peligro que corre su vida

El argumento de que "en ninguna circunstancia deben develarse las imágenes secretas del Rorscahch" o siquiera "mostrar la configuración de los cubos del WAIS" convenció a algunos menos que a otros. En su columna, Diego Catalán nos demostró que encontrar las tan celosamente guardadas imágenes del Rorschach era tan simple como ingresar a Wikipedia y escribir: "Test de Rorschach".

Esta columna está dirigida a conmemorar el bochornoso incidente. Y para aquellos que están interesados en ver cómo lucen realmente las láminas del Rorschach les paso el dato: dense una vuelta por el quiosco que está frente al Templo. En uno de sus costados se exhibe flameante la publicación "Psicología y Sociedad", en cuya portada aparecen las 10 láminas del afamado test en perfecta resolución.

Sólo espero que en las próximas semanas no veamos a la viejita del quiosco con un ojo morado, o que alguna profesora monte una colecta para recaudar fondos con el fin de comprar la tirada completa de esa revista. No vaya a ser que los legos se aprendan el test de memoria por una prolongada exposición a los puestos de diario.

La evidencia flagrante del atentado contra los secretos de nuestra disciplina...

mayo 21, 2007

Asado de Escuela

¡Y por fin llegó el día! Tras semanas de arduo trabajo y conversaciones, el viernes 18 se realizó el tan esperado por muchos "Asado de Escuela" Y cómo no iba a ser tan esperado, si existen tras él una serie de creencias y leyendas acerca de asados de escuela pasados, que van desde el origen de las ensaladas, hasta las metamorfosis de compañeros, profesores y funcionarios que podemos ver ahí. Quizás los más sorprendidos y expectantes eran nuestros compañeros de primero, que sólo habían oído las historias, pero no habían vivido la experiencia, hasta este viernes (Ahora a ellos les espera prontamente el Psykus...)

Fueron más de 6 horas con una alta convocatoria. Más de 360 minutos de música, comida, diversión y conversación que nos permitieron compartir en una faceta más cercana y revivieron la tradición. Todos los miembros de la escuela invitados y muchos de nosotros, reunidos allí.

Entre quienes participamos en la organización del asado, recorre un sentimiento de alegría y satisfacción por la amplia acogida que tuvo, y esperamos que esto se siga repitiendo a futuro. Hay harto movimiento recreativo en la escuela, como también político y cultural. Se han realizado varias actividades y se seguirán haciendo. La invitación y los espacios están, entonces sólo hay que interesarse y participar.

Un abrazo,

Marcela Ossio.
Sub encargada de Gestión y Planificación
Centro de Estudiantes de Psicología

mayo 01, 2007

Eskizorial

En un lugar de la PUC, cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que había un profe, de vieja escuela, impartiendo una tradicional disciplina. El nombre de este docente, tampoco me lo recuerdo muy bien. Pero no importa, no ha de ser muy importante. Sólo escuché por ahí algunas anécdotas que se le atribuyen, aunque no me extrañaría que fueran algo así como los poemas atribuidos a Homero o los discursos a Sócrates.

Por mencionar algunas de estas historias, se dijo que cierta vez lo invitaron a hacer una charla sobre una película coreana en el auditorio de Letras. El profesor habría dado algo así como "jugo" y la gente que esperaba algo así como una expresión mayéutica, o una linda asociación (quién sabe) se habría quedado con la ganas (y/o la decepción).

Otra anécdota cuenta que dicho profesor habría sido convidado a un simposio para hablar de temas profundos y/o interesantes con otras grandes mentes (los Thales y Anaximandros de la posmodernidad). Y en último momento, los organizadorceps habrían cancelado el evento sin informarle al susodicho. Por supuesto, se armó la grande: el profesor se habría sentido pasado a llevar. Y algunas fuentes agregan que el ego de este profesor no era lo que se dice "pequeño", entonces... imagínense.

Pero bue, así como se le erigen monumentos al soldado desconocido -el máximo héroe nacional- quisimos dedicar esta edición a nuestro máximo héroe psicológico, un profesor ignoto, depositario de todas nuestras más descabelladas fantasías.

Y para aprovechar el momento de máxima solemnidad, aprovechamos de invitar a todos nuestros lectores (desde Arica a Punta Arenas) a seguir todas nuestras aventuras esquizoides en nuestro blog: el-esquizoide.blogspot.com, que queda inaugurado desde este momento.

Conejos de Coloma

Cultura Psi

Quién hubiera imaginado que el profesor desconocido también tenía sitio web. Es cosa de poner las siglas de su nombre y darle un punto-ce-ele para ingresar: http://www.jmca.cl/

Y lo que es parecido, pero no lo mismo es su blog (donde fue un poco menos original en escoger el nombre): http://jaimecoloma.blogspot.com/

Si bien no logramos hallar registros de este profesor en YouTube [aunque sí había de su hijo], encontramos algo aún más sorprendente. Un vídeo en el que Lacan es recibido por una audiencia, nos sugiere mortíferamente a las clases de Teoría Psicoanalítica pasadas por el cedazo de una fantasía narcisista. Busca por lacan+louvain

Y para todas los fanáticos de Anna O. que anhelan tener una sesión con el susodicho, pueden conversar en sus tiempos libres con un sucedáneo (el Dr. Abuse) que atenderá sin demoras, todas sus inquietudes del alma: http://www.psicoactiva.com/abuse/drabuse.htm

Psicoteando

Juanjo – Raúl, perro, ¿cómo estamos? A que no me vas a creer lo que pasó en conductual el otro día.

Raúl – Wena socio. Vo’ vai a ir a conductual po, seguro. ¿Tení con Repetto?

Juanjo – No, no si ya lo hice, pero me contó un amigo, que estaba en mi colegio, que hicieron un mini test para ver cuales eran las preferencias de los alumnos con las escuelas de psicología y ¿sabí cuál era la mayoría?

Raúl – Mmm, a’er se supone que por cantidad de publicaciones, lo que la lleva es la teoría cognitiva, pero, por otro lado, en la escuela figuradamente el falo vendría siendo Coloma, y por último no faltan los admiradores incansables de Cortés, Gissi y el estrafalario de Recuero, onda grande Rogers, jajaja.

Juanjo – Viste que estái perdido, no cachái ni una. Salió mayoría, escucha bien, ¡con duc tual! ¿Cómo quedaste con esa?

Raúl - ………. Qué divertido, es que me acabo de acordar de un mito de la escuela relacionado justamente a ese ramo.

Juanjo – ¿La dura? Te sabí cuanto rumor hay en los pasillos, aaah.

Raúl – Pon atención: supe el otro día de boca del mismo protagonista de la historia, que en una de las clases de conductual, hace un par de años, este personaje figuraba jugando nada más ni nada menos que ajedrez en plena cátedra. La cosa es que en pleno juego se levanta un pelmazo que estaba en las cercanías y les bota el tablero y las fichas salieron repartidas a los pies de la profesora en cuestión.

Juanjo – Noo, ¿quién fue ese? Se pasó, y ¿qué onda?

Raúl – La profe es tan buena onda que les ayudo a recoger las piezas y ni siquiera los puteó.

Juanjo – No, qué mentira, ahí se fue en volá el que contó la historia, ¿cómo tan pacífica?

Raúl – Así me llego la historia no más. Pa’ que cachí, que Coloma ni que nada, grande Repetto, eso sí que es tener templanza. Imagínate que después los susodichos seguían jugando ajedrez en las clases siguientes pero con ajedrez con imán.

Juanjo – Jajaja, para con las mulas. Aunque si eso verdad, hay que decir que igual fueron precavidos, y considerados; porque no van a estar haciendo agacharse a doña a recoger las piezas todas las clases ¿o no?

Raúl – Demás. Ya cabro, me voy pa la casa a estudiar.

Juanjo - Dale, yo también me voy, ando en auto. ¿Te tiro?

Raúl – Vale igual, pero me gusta el metro. Chaus.

Juanjo – Él, el del pueblo, jajaja. Chau.

The Chimney Sweeping

Especulaciones forzadas
O sobre una adorable Colomina

Pues bien, mientras escribo estas líneas, figuro en uno de aquellos abyectos ramos, cuya capacidad para elevarte a la ionosfera supera con creces la de ciertas yerbitas tetrahidrocannabinolosas, aunque claro, sin sus efectos lúdicos asociados. Así, cuando la asistencia es inevitable y el aburrimiento un requisito, se da el escenario perfecto para caer en el maravilloso ámbito de la especulación y montar mi teatro privado, imaginando mundos posibles al más fiel estilo de efecto mariposa. Ahora bien, no es preciso ir muy lejos para encontrar el material destinado al argumento del guión. Es que esta misma Escuela da para mucho; después de todo, es probable que no exista lugar que concentre tal variedad de peculiaridades. Y me remito sólo a su escultural cuerpo docente.

Las preguntas dan para largo. ¿O acaso me van a negar que jamás han pensado en las coquetas patillas hayesianas? ¿Qué tal será tener a la Ety como suegra? ¿Sabrá Reinoso que existe un fan club femenino en su honor? ¿Quién asesorará a Recuero en su modo de vestir? ¿Las laberínticas y horrendas pruebas de Rosas serán un experimento de Armijo para evaluar la tolerancia ante el sadismo? ¿Cómo habrán sido los años de estudiante de Bernardita? ¿Habrá sido el propio Cornejo quien corrió el rumor de un tórrido romance con la Marcela Vacarezza?

Y la cuestión de todas las cuestiones ¿qué habría sido de la humanidad si Coloma, en vez de ser Coloma, hubiese sido una adorable Colomina? Si consideramos que “la anatomía es el destino”, el tema no es menor, sobre todo si tan popular personaje usase tacos altos y rimel. Es que our lovely psychonalyst, todos lo sospechamos, habría sido una histérica de proporciones. Quién sabe, tal vez hubiera sido una especie de Melanie Klein wini-lacaniana, pero con estilo y encanto. Porque hay que decirlo, si alguien tiene estilo en la Escuela it is this psychonalyst: es cosa de ver su caminar pausado y el cuidado que pone al vestir, sus movimientos y tono de voz. Y sí, sin duda, hubiera sido el centro de atención indiscutido si, en vez de temerle a la castración, hubiese envidiado el pene. Quizás habría embobado al ganado masculino al pasearse por los pasillos fumando su pipa (¡ni hablar de su puro!) y bamboleando su graciosa anatomía, y es probable que sus clases se llenasen aún más, y que uncle Freud and Herr Heidegger hubiesen sonado de modo más sexy en sus supuestos féminos labios. Después de todo, el narcisismo femenino es canalizado, no con intelectualización, sino que con coquetería. Así, si el personaje en cuestión ya se maneja bastante bien en esas lides, ¡imaginad si su destino le hubiese deparado un cuerpo de mujer!

Entrar en aquel mundo posible, inevitablemente trae más preguntas ¿Qué tan malvado o bondadoso pudiese haber sido su pecho? ¿La entrañable Colomina hubiese sufrido de urticariosas parálisis conversivas al leer el DSM-IV? ¿Se habría convertido el psicoanálisis en su falo? ¿Habrían sido sus clases poseedoras de aún más histrionismo, asemejándolas así a un café concert cocolegraniano? ¿Hubiese resuelto la interrogante de Schreber sobre la idea de que habría de ser muy agradable ser una mujer en el momento del coit...?

¡Basta! Muchas preguntas quedarán eternamente en el tintero; ya he hablado en demasía y es el momento de comenzar a reprimir, after all, I see him every week, class by class...

Recuerdo los “nudos borromeos”, las “bandas de Moebius”, los S1 y S2 imbuidos de la lógica del amo (que son aquellas uvas bien grandes sin pepas de exportación) y del esclavo (las pasas, por ejemplo) y la condición del objeto “a” (ya entramos aquí en un juego más rebuscado de mixtura de cepas, hablemos, por ejemplo de la intersección vitivinícola de Cabernet Sauvignon, Syrah y Carménère). Recuerdo por sobretodo, “la gran uva” tan sacada a colación por mi profesor (además de sommelier) de Pisco-análisis, en mi carrera de Pisco-logía de una prestigiosa universidad de Santiago. Recuerdo que este profesor de sesenta y tantos, seguía vigente en las conversaciones de cualquier pasillo...más de una vez vi escrito en las puertas de los baños: “C. está como el vino” (algunas más osadas grafiteaban que estaba ardiente como el pisco!)... y en más de una ocasión muchos chicos lo perseguían en el recreo para aclarar dudas (de por qué los vinos de reserva con sabor a cereza, si no eran preservados a 17-18° C se convertían en un pasado radical; de por qué “la gran uva” estructura de tal manera al Brandy, que lo hace diferenciarse del Pisco por el aguardiente...ah, y también alguna vez escuché a alguien preguntar en la escalera hacia la sala de clases: “¿Cómo Sigmuva Freud hubiera destilado a una uva histérica para conseguir de ella pisco sour?”). Mientras todos nos ibamos a casa cuestionándonos el porqué de que a Whiskyhegel no se le saturara la nariz al beber alcoholes en estado puro o con la cabeza en los aromas maderizados que nuestra carrera nos obliga a descrifrar, él seguramente se iba, escondido, a pisar las uvas que estaban en grandes toneles en el patio trasero de la universidad, cerca de las canchas (seguramente evocaba las vendimias pasadas en sus tantos años de vida). De hecho, una vez parece que lo descubrieron en una situación indecorosa que escandalizó a la administración. Lo que llegó a mis oídos fue la siguiente escena (si gustan pueden recrearla en sus mentes): “C. fue visto en la bodega AM-1 a altas horas de la noche, sentado sobre un barril. Se dice que escuchaba silenciosamente como una uva se desprendía de una rama de parrón que el sostenía en la mano”. Algunos optimistas pensamos que investigaba casi como un asceta acerca del estrés post-traumático que puede padecer esa fruta al caer de su viña. Otros mal pensados buscaban que fuera encerrado en un loquero (“que no podemos permitir de docente a un tipo como este” “que marchemos por la universidad para que lo saquen” “que antes era tan destacado y ahora, mírenlo... arriba de un barril!” y cosas por el estilo que muchos como yo, que creemos hasta hoy en su maestría, no pudimos evitar).

Bueno, tras algunos días de carabineros en la universidad, huinchas de “peligro” por todos lados, ambulancias y peritos criminalísticos que nos preguntaban acerca de cada cosa que hacía C. en aquellos, sus días “normales” de universidad, este gran personaje fue encerrado. Sí, en un psiquiátrico. En este momento debe estar en un cuarto de paredes acolchadas, haciendo que sus días sean menos reales que sus oníricas noches. Por mi parte y todos los que lo apreciamos, no nos queda más que la incertidumbre..., aunque si sirve de algo, dicen que está siendo tratado con terapia psicoanalítica por un gran conocedor del tema... un tal Jaime algo, que hace clases en otra prestigiosa universidad de la zona sur de Santiago.

La co-lumna

>Hoy: Sabiduría Popular

Otra cosa es con Guitarra

Hay pocos términos que me divierten tanto como el esfuerzo nosológico de la mismísima psicología. Esa ciencia humana, que en su afán de aprehender al sujeto, se ha hecho una jerga absolutamente ajena a lo que es el día a día.

Que la “edad de la segunda obstinación”, que la “búsqueda de identidad”, “que la resolución de la crisis intimidad v/s aislamiento” –que-las-ocho-etapas-de-Erikson-con-su-fuerza-
sintónica-y-distónica-que-el-ritualismo-y-la-ritualización-. “Aaaaaahhhh, es que está en la edad del pavo”. Y ¡Voilà! Todos entendimos perfecto... y no hicieron falta llenarnos de explicaciones complejas y palabras estéticamente científicas.

Y es que la psicología debería tener menos pretensiones de ser una ciencia dura y nutrirse más de la sabiduría popular.

La psicología intenta recorrer la senda del cientificismo con los pies descalzos, porque su pecado –su vergüenza- es ser absolutamente humana... imperfecta.

“Dime de lo que te jactas, y te diré de lo que careces”.

La Psicología tiene tejado de vidrio. Y punto.

Que todos esos términos –esos estéticamente científicos- se queden en nuestra cabeza, y que sepamos bien cuando estamos en-el-mundo... porque las fotocopias sirven, sí... los conceptos sirven, sí... la teoría sirve, sí... pero no seamos ingenuos... otra cosa es con guitarra.

Ciento veinte pipas [extracto]

A mí me lo describieron así...
Serjov
A los narradores de lo real
Duab M’ir

Con un movimiento tan cuidadoso como sutil cambiaba la delgada página repasando una vez más la tan adorada cita: “la conciencia es sólo el círculo más pequeño en medio de otro mayor, –cuyos límites no conocemos, le gustaba agregar– que es el de lo inconsciente.” A sus sesenta y cinco años, hombre portentoso, podía decirse un eximio conocedor de diversos métodos de persuasión, y se vanagloriaba de no haber perdido nunca una batalla. Sus alumnos, era la costumbre, presentaban cierta resistencia al principio, que no tardaba en doblegar a fuerza de un dominio casi innato sobre las vicisitudes de la palabra, poniendo de algún modo para todos misterioso, las cosas siempre de su parte. Había sin embargo, una premisa, que pocas veces se atrevía a reconocer, de cierto escepticismo que inundaba cada operación de tan perfecto mecanismo. Y era que no había nada verdadero en todo ese juego, en el que como un ilusionista, sacaba partido de tan estimable pobreza humana, que sin quererlo caía en las fallas naturales de la percepción y la memoria. Reflexionaba sobre esto, con cierta tristeza, y algo de deliberado desprecio, mientras arrugaba su frente, fijando “ay, sus tan azulados ojos” sobre la pizarra vacía. Eran esas fallas la razón de su oficio, y aún más, la de su tan reconocido éxito… En completo silencio trazó una línea horizontal bien marcada constatando como se rebajaba la tiza, desprendiéndose de ella, por efecto de una presión excesiva, un polvo blanquecino que hacía estornudar. Al profesor Q. le gustaban las generalizaciones1. ¡La verdad tiene que saltar a la vista! Nos decía. Quizá de tal sentencia se adivinaba su costumbre de dibujar al comienzo de la clase. Y por esos dibujos le merecían tantos el título de snob. Esta vez sin embargo, no pudo pasar de una simple línea horizontal, y se la quedaba contemplando tan ensimismado, que más de alguno se alarmó ante aquella excentricidad. Se oía casi indistinguible un roce de vestiduras similar a un rascarse. Era un sonido leve pero espantoso, que aumentaba en el decurso de los segundos. Los universitarios se miraban incomunicados por su cauce, que como ruido o balbuceo; desbordaba.

– ¡Ya basta! –dijo alguien desde una silla al fondo del aula. Y aunque esto podía no significar nada, era un retrato exacto del sentimiento del que todos se hallaban presos, frente aquella identidad de pensamiento, no podía sino ser recogido con cierto alivio.

No bien lo escuchara, el profesor Q., volvió a tomar la tiza y continuó su tarea con aparente normalidad. La intrigante línea ya no era más que una de las tantas piezas sacrificadas a un todo distinto, en cuya forma la multiplicidad desaparecía.

Todo se desarrolló como siempre, o al menos eso nos parecía a mí y a mis amigos, que sin reparar más en el asunto, lo olvidamos, como se olvidan probablemente todos los detalles importantes...

En el transcurso de aquella mañana me planteaba la idea de escribir una crítica sucinta, aunque no carente de ironía, sobre el proyecto que entreveía (asaltado por una superstición quizá) en la aporía que sin duda vivíamos los sencillos intérpretes de este escenario que algunos llaman, la vida. Era, no hace falta decirlo, un absurdo franco y curioso, pues a pesar de mi clara determinación no me decidía a llevarla a cabo. Creo que una noche, encendido por una fogata y no pocas botellas de vino, le referí esta idea a mi amigo Eusebio, que la recibió con un humor inusitado, pero fugaz, como el que envolvía a todos nuestros proyectos imaginarios, que por supuesto no pasaban de un aplauso supino antes de desvanecerse por completo en los anaqueles sombríos de la holgazanería. Era el vicio común de todo hombre versado, pero demasiado cínico para ejercer el oficio de artista. Y verdad es que, de los dos, era yo el que más sufría por esta condición disminuida. Eusebio se angustiaba un poco, pero no tardaba en olvidar lo anterior, sustituyéndolo por otra cosa nueva, más interesante, y sobre todo menos posible de realizar. Pues había aprendido el truco de sobreponerse a cualquier cuestión de este tipo, justificando su desidia por la hostilidad de la proeza, y así se convertía con poco esfuerzo en el verdadero héroe. ¡Pero basta de Eusebio! Luego de resolverme a empezar esa misma tarde La crítica con la recopilación de apuntes que tenía garrapateados en mi libretita de bolsillo (tan eufórico me hallaba; creo que murmuraba algo entre dientes), me atajó el profesor Q. acompañado del séquito de alumnos que solía perseguirlo mientras no transcurrían las horas de clase. “He aquí un hombre al que no le gusta perder”, creo que dijo, con una escueta sonrisa impresa en la cara. Alentado por mis reflexiones, y harto de que me vinieran con consideraciones extemporáneas respondí: “No hay nada peor para un hombre que se ama a sí mismo que encontrar a otro igual a él” (y mejor), agregué mentalmente. Las risitas se extinguieron de a poco, e incluso desapareció una compañera que se sospechaba una de las tantas queriditas del profesor.

– Quieres un café... –yo invito se apresuró a decir. No sé si con ello creía ofenderme, pero no me sentí en deuda alguna, porque según explicaban los rumores, el dinero le sobraba2.

“¡Se le cayeron los billetes!”, exclamó con escándalo fingido uno de los que venía con nosotros cuando nos sirvieron el café. Yo me limité a sonreír... Q. miraba en el suelo un billete de mil pesos arrugado, que se movía inquietante en la brisa. Al poco rato sacó del bolsillo interior de su chaqueta una pipa que cautivó por entero mi vista. No pude contener un: “¡oh, qué bella pipa profesor!”

Antes de sentirme ridículo por ello, mi interlocutor replicó, liberando una bocanada imaginaria: “Tengo ciento veinte...”

por José Ignacio Contreras

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1 En un pie de página del libro que yacía en la mesa se leía la siguiente proposición: No existe nada particular que no sea infinito, porque en la idea de lo particular hay ya una generalización, y como tal, una posibilidad.

2 El rumor es absolutamente falso. Debe provenir de la ilusión que el autor mantiene sobre las relaciones de poder y la adquisición de cafés en los carritos de la universidad. J.C.

Toloma y yo

“El [E]squizoide tiene algo de desenfocado” (Coloma, 2007)
“Coloma es como una PYME. Se autgestionó hasta el doctorado.” (Histérica anónima, 2007)

Hoy tuve el colmo del amurramiento. Tuve 2 pruebas, llegué a mi casa desahuciado y no había nada para comer, y para colmo, mis mejores amigas de la U, me dijeron que parecía “un amigo imaginario”. Entonces, me dije yo a mí mismo, “mismo, ¿por qué no vai a conversar un rato con el guatón Toloma? Capaz que hasta se te quite lo amurrao”. Así que partí. En la esquina de Ezequiel Fernández con Departamental, se instala el guatón a vender As’es en su carrito enchulado con el calendario 2007 de la Geisha. Toloma ya debe tener unos 70 años, pero ni se le nota por la tintura que le cubre las canas. Llegado a mi tercer año de universidad, no me quedó más que elegirlo a él, porque nica me sentaba en el puesto del pelao Reinozo (ojo, con “z”). Ese te hace leerte hasta su declaración a impuestos internos del año pasado antes de calentarte el lomito.

La cosa es que llegué donde el Toloma, y le empecé a contar lo pésimo de mi día y los ataos que arrastré toda la semana. Entretanto me invitó a sentarme, me pasó la mostaza y el ají; me dijo que hablara no más, que él escuchaba atento. Después de mucho bla bla, y de haberme comido el segundo As, le dije: “guatón, ¿tú qué opinai?” Y él me dijo: “Sabi que yo no hablo alemán, pero por como te lo dijeron, yo cacho que te ‘tan cagando. Ahí hay algo turbio que ‘ta escondido y que tení que cachar. Mira cabro, a mí me han acusado de creerme el hoyo del queque, y quizá sea cierto… pero nunca sería tan w[censurado]on como pa no cachar”. Y en ese momento, me quedó todo claro. Jaime “el guatón” Toloma es famoso por curar los males del alma, pero dejarte pa la cagá el estómago. También es famoso por haber armado el ICHPA, Instituto de Cocineros Hábiles en Postres y Acompañamientos, del que salió peleado con los colegas que estaban en contra de la fritanga callejera.

En fin, le pregunté cuánto le debía y si podía volver la próxima semana pa seguir la conversación. Me dijo que eso dependía de mí, así que me fui feliz de vuelta pa mi casa. Aunque ahora me pregunto, después de dos As’es de dudosa procedencia, ¿podré siquiera levantarme mañana pa ir a clases? Tengo caleta que leer pa la prueba de Freud, y típico que me preguntan por el apuntalamiento y yo ni he estudiado esa w...

Acerca de Coloma como divulgador

por Burt Pappenheim

La presente es una indagación no solo sobre su estilo, sino que también sobre el lugar de éste dentro del marco referencial más amplio que es la doctrina misma del psicoanálisis, y su traspaso a través de las generaciones. ¿Es el estilo de Coloma como orador, teatral, artificioso e hipnotizador, una expresión coherente de lo que el psicoanálisis necesita para convertir individuos? En pocas palabras, ¿está el mensaje que le compete difundir en buenas manos?

Para un intento de respuesta, consideraremos dos criterios propios característicos (aunque no exclusivos) de aquel discurso que comienza y termina con Freud, criterios que, aunque arbitrarios y puramente pragmáticos, nos ayudarán a alcanzar una conclusión. Acudiremos a dos figuras disímiles pero que nos darán las pautas para un esbozo de juicio, Aristóteles y Elisabeth Roudinesco.

En primer lugar, recordemos la idea aristotélica de que, ya que el tipo de acceso a un objeto depende de la naturaleza de éste, es tan inútil pedirle demostraciones a la retórica, como persuasión a la matemática. La pregunta es, entonces, ¿qué se le puede pedir al psicoanálisis? Ciertamente, no demostraciones (por mucho que algunos iluminados crean que pueden demostrar que existe algo así como el Edipo), pero sí persuasión. ¿Y no es este arte sino persuasión; mistificada, seductora, sospechosa y sospechadora persuasión? Por supuesto, no caigamos en la simplificación de tomar lo dicho como algo negativo, después de todo, las disciplinas que efectivamente pueden “demostrar” algo son cada vez menos (maldito nihilismo posmoderno) por lo que solo queda una persuasión racional, seria, e idealmente basada en eficaces cadenas expositivas y argumentativas. Siendo entonces el problema verdadero si el edificio argumentativo con el que el psicoanálisis se divulga es uno bueno o malo, lo dejaremos entre paréntesis, pues su resolución no representa una necesidad imperiosa.

Ahora, claramente la divulgación de las ideas clásicas del discurso psicoanalítico no es solo escrita, la Palabra también se manifiesta en la predicación oral. En este aspecto específico, el estilo del discurso lacaniano (“discurso” en el sentido más coloquial: hablado, modalidad en donde la retórica puede mostrarse en toda su expresión) puede ser tomado como una continuación del freudiano, y las características de esta manifestación del psicoanálisis pueden verse como características de la misma forma en que estas ideas encuentran continuamente un nuevo huésped.

En esta línea, cuenta Roudinesco que durante los seminarios, Lacan no analizaba, asociaba. Su estilo consistía, entre otras cosas, en divagar alrededor de un tema, bordeándolo eventualmente, y expresando ideas que vagamente se relacionaban con el tema en discusión. Se refería a éste último, por supuesto, pero la misma desconfianza de Lacan hacia el lenguaje y el significado claro (digamos, conciente) le llevaba a buscar otros asideros, otras maneras de hacerse entender, o de confundir. La elección de palabras de Roudinesco es pertinente, y no es necesario recalcar la importancia de conceptos como “análisis” y “asociación” en la disciplina discutida, por lo que el lector ya debe haber notado el fin de la inclusión de esta idea posterior a la mención de una de Aristóteles.

Preguntemos, entonces, ¿es Coloma un buen exponente y divulgador del psicoanálisis? ¿Cumple eficientemente su tarea de presentar una doctrina y esperar que alguna fracción importante del público la encuentre interesante, inteligente o merecedora de reconocimiento? En la medida en que Coloma persuade –no demuestra- y asocia -no analiza-, sí, es un excelente divulgador del psicoanálisis. La Palabra está en buenas manos.

Sabías qué...

  • ¿Sabías que la manoseada palabra "psicosocial" es una violación a las normas idiomáticas para la composición de palabras? ¡Exacto! Pues 'psico' viene del griego psykhé y 'social' del latín sotius. Este imperdonable error filológico nunca ha querido ser superado por las anquilosadas tradiciones anglosajonas, pero desde la marginalidad latinoamericana queremos hacer oír nuestra voz. ¡Únete a nosotros y escríbenos a nomaspsicosocial@gmail.com para escribir (bien) la historia!
  • ¿Sabías que Armijo seca los platos con toalla ANOVA?

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