abril 01, 2007

Eskizorial

Cierta vez un maestro espiritual me enseñó la que según él era “la verdadera” canción de la Cuncuna Amarilla. Decía: “Una cuncuna amarilla/debajo de un hongo vivía”. Un hongo psicodélico, por supuesto. “Y ahí en medio de unas ramas/tenía escondida su mata” (de marihuana). “Fumaba pedazos de hoja/tomaba whisky en las rocas” (un poco PUC esta cuncuna). “Le gustaba salir a mirar/a los bichitos que pueden volarse” (fumaba pero parece que no le hacía efecto... he sabido de casos así). Más adelante: “Un día le pasó algo raro/sintió su cuerpo hinchado” (chuu... ¡la pálida!). “No tuvo ganas de salir/sólo quería dormir” Y de ahí vienen un montón de especulaciones de que cuando aparece con alas es porque se murió. Otros menos pesimistas dicen que al final se voló.

Durante la edición de este número nos llegó la triste noticia de que P. Watzlawick –uno de los ídolos del Prof Cortés– había fallecido. Hasta el cierre de la edición no recibimos obituario alguno, pero dejamos constancia de esta terrible pérdida para la “realidad”.

No dudo de la veracidad de este maestro espiritual. Menos después de que me pasaron en clases (sí, en clases) que la canción de “Alicia va en el coche” se trataba de Alicia que se había muerto (iba en la carroza fúnebre).

Sería la editorial de este mes.

Y antes de terminar queremos aclarar que “El Esquizoide” no promueve el uso de ninguna sustancia ilegal. Aunque no cause cáncer de pulmón y que sea tan fácil de conseguir como darse una vuelta por las canchas, eso no implica que haya que probarla. Además corre el rumor de que la si fumas te vas al infierno. Pero por sobre todo, no queremos irnos de sumario como los colegas de PumPam. Así que joven EPUC, dile “no” a la paraguaya. El tolueno hace pésimo. En serio. No querrás quedar como los niños debajo de los puentes.

Top Ten

Recientemente la revista gringa "Psychotherapy Networker" celebró su vigésimoquinto aniversario y llevó a cabo una encuesta entre 2500 terapeutas los cuales debieron responder la siguiente pregunta:

"En los últimos 25 años, ¿qué personajes han influido mayormente en su práctica?"

He aquí el topten: [debo admitir que conozco a la mitad]

  1. Carl Rogers
  2. Aaron Beck
  3. Salvador Minuchin
  4. Irvin Yalom
  5. Virginia Satir
  6. Albert Ellis
  7. Murray Bowen
  8. Carl Jung
  9. Milton Erickson
  10. John Gottman

La Ciencia del Espejo

La invitación fue hecha vía pucmail. Los ilustres invitados entran al teatro y se sientan en la platea. Casi como una logia, nadie paga entrada, pero todos se reconocen las caras. La puerta del mítico teatro –SalaEspejoLounge– se cierra, quedan a oscuras y aparece el escenario. Todo está dispuesto. “Un, dos, un, dos; sssí, sssí”. El audio funciona a la perfección.

De pronto, el anfitrión entra por una puerta y, sin presentar al artista, lo invita a pasar. Comienza el show! El artista despliega todo un abanico de angustias y defensas. Baila evitando pisar los recuerdos que no quiere tocar y canta desafinado. Si puede, ríe; pero la mayoría de las veces llora.

Los invitados observan atentamente todos los movimientos del objeto que tienen delante. Ya están ampliamente versados en la materia, a diferencia de algunos que recién se inician en la observación científica, los expectantes novatos.

Nuestros expertos buscan compulsivamente pasitos de signos psiquiátricos entre las disonantes lágrimas que de a poco comienzan a teñir la presentación. Siempre desde sus asientos, defensivamente lejos, los prestigiosos invitados analizan arte a la manera como un cirujano que se abre camino entre tejido adiposo. Sí: hay sangre. Quieren ver si la canción del artista y su baile se condicen o no con las reinantes clasificaciones psicopatológicas que han estudiado en sus prestigiosas clases teóricas. Algo de verdad tiene que haber entre tanto libro apolillado.

El artista, sin embargo, poco entiende de su arte. Baila y actúa sin saber mucho lo que hace. A ratos se cae, se revuelca e intenta pararse solo. A veces lo consigue, a veces no. Y los invitados, siempre desde sus asientos, gozosos, registran con el enorme catalejo de la técnica a un objeto que habla.

The Chimney Sweeping

Televisión Persecutoria
(O sobre la génesis de nuestro Otro infantil)

Temibles alaridos de espanto e indignación, al borde mismo del síncope, resuenan en las atormentadas gargantas de la generación que nos precede. Se lamentan horrorizados de la degeneración de la juventud actual: que la violencia en las calles, que los modales, que el vocabulario soez, que la forma de vestir, que la pérdida del pudor y del respeto, que la promiscuidad, que “qué diablos pasa con estos niños ¡caray!” Y la pregunta de rigor, después de todo cada uno se defiende como puede, ¿qué más esperaban?

Es que sí, es una patudez venir a pedir explicaciones ahora, cuando fueron ellos mismos quienes, en nuestra más temprana, tierna y adorable infancia, nos tiraron a los lobos. Así es, la televisión fue nuestro gran referente (¿Gran Otro?) y de ahí a la perdición hay sólo un paso. No exagero al decir que mi superyó es más parecido a Bart Simpson que a Mr. O., ni que mis relaciones amorosas tienen más que ver con el trío Anthony-Candy-Terry, que con la investidura libidinal de un objeto único.

Hay que decirlo, nuestra infancia fue ruda. Nos vimos expuestos a historias aterradoras. ¿Por qué eran todos huérfanos? Heidi vivía en Los Alpes con su abuelo pedófilo (¿o van a negar que se tiraba a Clara, la pobre niña cuica inválida y, oh sorpresa, también huérfana?); Angel viajaba por el mundo, con una gata machorra y un perro maricotas, buscando una flor de siete colores, que finalmente estuvo siempre en la casa de sus abuelos. O sea, si la flor está relacionado con lo sexual, ella estaba escapando de un hogar hipersexualizado (after all, the flower was there): díganme chango, pero este abuelo también se la tiraba. ¿Y qué me dicen de He-man? Toda una incitación al incesto; sí, él y su prima (que siempre le coqueteaba con unos míticos hot pants ajenos a toda celulitis) hacían más que salvar el castillo de Greyscol (eso sin contar los capítulos en que He-man gorrea a su prima con su hermana, la siempre rubia y estupenda She-ra). Mención aparte merece Marco (“no te vayas mamá, no te alejes de mí”) que, en pleno Edipo, viaja desde Italia a Argentina siguiendo a su madre (de dudosa reputación, por cierto), quien muere cuando el pobre crío la encuentra. ¡¿Qué es eso?! ¡Condenado a la psicosis de por vida (no olvidemos a su amigo imaginario)! Cuando por fin logra asumir que la señora en cuestión no es la mujer virginal que todo niño imagina, sino que también es puta (y bien puta en este caso), justo en el último capítulo, en el que nuestra ansiedad se fue acumulando cual culebrón de país bananero, la mamá de Marco se muere. Para Klein está claro, fueron los impulsos destructivos de este mocoso los que acabaron con su madre, por no poder aceptar que el pecho bueno (y el malo también) era compartido por varios hombres por una módica suma.

El acabose está en la canción de la cuncuna amarilla. Así es, la aparente inocencia de la metamorfosis, no es más que una historia de travestismo: la cuncuna, fálica obvio, miraba a las mariposas (¿o mariposones?) y quería ser como ellas, luego de dormir envuelto (sí, las vendas luego de toda operación), aparece de colores y sin falo. Sacad vuestras conclusiones.

Es que sí señores, nuestra infancia fue tormentosa y los resultados están a la vista. No es casualidad, después de todo, que una loca like me tenga tribuna número a número para decir este tipo de burradas. Todo es por algo...

Cultura Psi

Dicen por ahí que un tipo de apellido Weizenbaum quiso hacer un programa que simulaba ser un terapeuta rogeriano. El truco consistía en que cada vez que tú le escribías algo, el programa te respondía con una frase similar en forma de pregunta. En esa línea, podías mantener una conversación moderadamente coherente y más de alguno se ahorró pagar una consulta. Puedes probar una versión del programa original (llamado ELIZA) en la siguiente página.

Para los amantes de la psicología gringa, la APA tiene un directorio con los links (y feeds) de al menos 47 publicaciones. Para que siempre estés al día con los nuevos hallazgos en las diferentes subáreas existentes en nuestra promiscua disciplina: http://www.apa.org/journals/rss.html [en inglés, están los abstracts y algunos artículos completos].

No sé si alguno de Uds. vio alguna vez una película alemana que se llama "Das Experiment" basada en el experimento de la prisión de Stanford de Zimbardo. Esa que nos contaba Manzi en Psicología Social. Si no has visto la película, vela. Y si no tienes ni idea quién es Zimbardo (o qué es Stanford), culturízate en YouTube buscando "psicologia udch".

Sólo un autor argentino podía escribir un libro con un nombre tan ambicioso como "Las leyes del psiquismo". Con diecisiete capítulos que van desde la selección natural hasta el marxismo. ¿Qué tantas cosas se puede decir entremedio? Averígualo tú mismo en http://www.fresina.ndh.com.ar (texto completo).

Y el mp3 de esta edición será "Cumbiera Intelectual" del siempre bien ponderado de Kevin Johansen (dedicado a nuestras más aplicadas compañeras).

Más Hamlet, menos Anna O

por Cristian Rodríguez

Me acuerdo que cuando estaba entrando a psicología, un caballero que en ese entonces más que triplicaba mi edad – y que hoy exactamente la triplica – me dio una receta que no he vuelto a escuchar en estas salas de clases: “Psicología… Hmm… estudio del hombre. Hay más de cierto sobre el hombre en cualquier novela de Dostoievsky, en las escenas de Calderón de la Barca, en los Cantares de Ezra Pound, que en varios kilos de manuales de Psicología.” Esta intuición me ha estado retumbando los oídos hasta el día de hoy, convenciéndome cada día más de su certeza. No quiero entrar a polemizar sobre el efectivo “conocimiento de la condición humana” que puede tener la psicología, pero sí poner de manifiesto una alternativa: el arte puede expresar, mediante su propio lenguaje, verdades últimas y trascendentes sobre lo que significa el ser humano. Quizás suene un poco prosaico, parezca broma o tomadura del pelo, pero quisiera ejemplificarlo mediante un breve análisis de una canción que probablemente les suene: la clásica “Cuncuna Amarilla” del nunca bien ponderado grupo Mazapán.

La canción parte describiendo la cotidianeidad de la vida de la cuncuna (“comía pedazos de hoja / tomaba el sol en las copas”, etc.). No obstante, ya se ve un primer quiebre: tiene una atracción con los “bichitos que pueden volar”. Aquí llegamos a un momento clave. Lo mejor de su día (“le gustaba subir a mirar”), es contemplar su propio destino sin tener conciencia de que dentro suyo está presente, aunque sea de modo potencial, la misma capacidad de volar. En definitiva, es la tendencia natural de su propia existencia la que la dirige hacia aquella contemplación. La incompletud e insatisfacción consigo misma, es porque sabe que dentro de sí se esconde algo mucho más pleno (“¿Por qué no seré como ellos? / ¿Por qué me tendré que arrastrar? / Si yo lo que quiero es volar”).

Ahora bien, el texto nos cuenta en la estrofa siguiente que la cotidianeidad establecida en un comienzo se ve fácticamente quebrada (“Un día le pasó algo raro / sentía su cuerpo inflado”), sin saber qué era exactamente eso. Su propia naturaleza la impulsa hacia lo desconocido, que, en este caso particular, toma la forma de un descanso, un paréntesis en su vida (“no tuvo ganas de salir”). Hacer la pausa es condición de posibilidad del cambio de su propia existencia. Nadie puede mejorar dentro del flujo de la vida “caída” de la cotidianeidad, sino que es necesario hacer la pausa y encontrar lo más propio. Pero a la vez, este momento es un momento especial, para lucir la mejor figura (“Se puso camisa de seda”).

Las últimas líneas nos dan un desenlace, literalmente, de cuento. La aspiración más originaria, y sentido último de su propia existencia se ve descubierta ahora en su realidad efectiva. Su plenitud es total, no tiene nada que envidiar a quienes antes admiraba (“Ahora ya puedo volar, como ese lindo zorzal”) y su posición fáctica actual ya no es la de anhelar, sino la de vivir su propia completud natural con la que se identifica plenamente (“Mariposa yo soy, con mis alitas yo me voy”).

Sin pretender ninguna seriedad en el análisis, hemos encontrado más de alguna cosa que nos remite a otras situaciones humanas: la adolescencia, la búsqueda de uno mismo, la renovación espiritual, la afirmación de la identidad, etc. Si una sencilla cancioncita como ésta nos puede revelar aspectos profundos y dramas humanos, imaginemos qué podríamos encontrar en las obras maestras del arte, la literatura, el cine, etc. Me parece que le sigo creyendo a este noble caballero, que siempre me instigó a invertir mi tiempo leyendo más poemas que papers, más novelas que tratados. Más Quijote, menos Freud.

La co-lumna

>Hoy: Cuncuna Amarilla

[de] Formación Psicológica

Entre el travestismo de la cuncuna amarilla (consúltese a la adictiva srta. O.) y su cualidad de metáfora (consúltese al letrado sr. Rodríguez) uno no sabe qué pensar. Y esto es justamente lo que hacen contigo, en estos años de carrera.

Te lo dicen todo, te llenan de todas-las-explicaciones-posibles y al final te dejan con la mente [en blanco].

Entre la imposibilidad de renunciar al discurso, tu acumulación orgónica, tu tendencia natural hacia la autorrealización y tus respuestas automáticas, te dejan poco espacio al libre albedrío –si, y sólo si, algo como eso finalmente existe–.

Y después quieren –sí, quieren– que te sientas en plena libertad para usar la teoría en función de la práctica. [[ Y sí, sólo para que lo sepas, ese es el argumento para que tus ramos tengan 1237 fotocopias semestrales y -2 aspectos pragmáticos: porque la teoría es el mejor sustento de la práctica... eso dicen ]].

Para qué vamos a andar con cosas, suena bonito “Más Quijote, menos Freud”, pero ¿cómo nos deshacemos de Freud?, ¿quién me dice cómo podemos des-entendernos de él, después de todas las palabras implícitas –flores y tomates– a favor y en contra de la vaca sagrada?

Y es que ya lo hablamos –sí señor lector, acabo de tener un déjà vu– cuando dijimos que el psicoanálisis había penetrado en el sentido común. O, dime tú, querido novatillo, ¿qué autor relacionabas más con psicología que don Sigmund? (espero que no me digas Papalia ).

Ya nadie sabe si ser ecléctico, es ser espléndidamente “integrativo” o derechamente un irresponsable. Y la verdad, la verdad… no hay demasiado que hacer... simplemente es parte de la [de]formación profesional.

Novato... bienvenido.

[[Nota al pie: Sólo para que lo sepan –aunque no quieran saberlo–, el tema (la excusa) de esta edición era “novato”, y parece que nos quedamos pegados con la cuncuna amarilla. Saquen sus propias conclusiones]].

Hallazgo espiritual

Tras un intenso estudio de campo en la Facultad de Cs. Sociales, el equipo de reporteros de El Esquizoide a des-cubierto un rincón de incalculable valor antropológico. Este lugar tiene en sus paredes mensajes que han sido pasados de generación en generación desde hace mucho tiempo; aquella sabiduría popular que no hace sino repletar nuestra Psicología del sentido común, nuestro mundo de la vida, nuestro trasfondo. Estos textos revelados han sido ocultados millones de veces por la pintura, pero cada cierto tiempo vuelven a reaparecer gracias a la misteriosa acción de algunos devotos anónimos que se limitan a compartir conocimiento al más puro estilo de las pinturas rupestres. La semana pasada, en uno de los baños de hombres, pudimos leer una de las enseñanzas más profundas de esta doctrina. De manera especial, les presentamos la trascripción del fragmento original:

Agradecimientos a Alejandro Guerrero por esta imagen
Las ventajas de ser hombre: su cagada mañanera – No parir crías – No tienes regla – Si eres gay es más fácil tener sexo – Menos manoseo en el Metro – Puedes mear en cualquier lado – A nadie le sorprende que apestes – Te puedes pajear hasta los 80 y eres “normal” – Si lloras, todos te toman en serio (menos los demás hombres) – “No lo sé” responde a casi todo – Puedes ser roto, bruto, cuma, picante, insensible, violento y estúpido y eres SUPER MACHO! – Cuando dices “no pienso nada” suele ser verdad – Te miran a la cara cuando hablas, no a las gomas – Que para resaltar la virilidad se necesita solo 1 par de calcetas (las mujeres ocupan 2) (ó 4).

Escépticos, debemos advertirles que la veracidad de nuestro hallazgo es incuestionable. No hay “pruebas T” ni ANOVAs que puedan reducir la significación de este hecho (basta conocer los misterios que surgen en esos lugares llamados Baño de Hombres); sólo queda caminar por los pasillos y esperar ser el próximo bendecido con alguna reflexión tan espiritual como la que hemos presentado aquí.

Comic

Psicoteando

Raúl – ¿Qué fue lo que te pasó que traí ese caracho?

Juanjo – Ah, hola, me acordé que mañana tengo entrega de un trabajo de 30 páginas y no estoy acostumbrado a estas presiones en marzo.

Raúl – Jajaja, típico de los psicólogos, estamos mal acostumbrados... “que mínimo un día libre”, “que sin la siesta no puedo leer”, “que hay que levantarse muy temprano para venir al primer módulo, cambien la ayudantía”.

Juanjo – Ah, verdad que tú nunca te dejaste un día libre en la semana...

Raúl – Hablando de días libres, ¿qué onda con el súper-carrete de los novatos? Parece que se nos anduvo atrasando el gran evento. Seguro que vo’ ni te habíai enterado de la partuza.

Juanjo – La verdad es que a veces me da mucha lata leer los mails que manda el CEPS; y como lo más probable es que no me esté perdiendo de mucho, filo no más. Raúl – Shuuu que estamos optimistas, y eso que vo’ te vení en auto a la u...

Juanjo – No me digái nada, mira que los tacos cada día me producen más irritación. Me frustra la cagada que tiene el gobierno con su maravilloso transguatazo.

Raúl – Mira, yo creo que como estamos más viejos, nos acordamos de cómo era primer y segundo año, y sentimos que nos expulsaron del paraíso. O sea, ya sé que me estoy yendo en la volá, pero no podemos negar que esos años éramos la vaguería y la envidia de todos... ¿te acordái?

Juanjo – ¡La cagó que sí! Había que ser muy flojo para echarse algún ramo. A lo más nos quejábamos de métodos. Y nos dedicábamos a puro carretear en las fiestocas que organizaba la u, o las ues de nuestros compañeros de colegio... esa sí que fue época dorada.

Raúl – Demás po, perkin... vo’ erai el rey de la Melody, Punta Brown, y toas esas discos donde organizan las fiestas de la Adolfo, la de los Andes y la Finis Terrae. Pero, a las de psicología ni por error weon haaaa.

Juanjo – Jajaja. Entonces tú vendrías siendo el rey del parque intercriminal. Tú y yo sabemos que psicología no tiene la mejor fama en fiesta que digamos. Por eso es que nunca me han tincado mucho... y así por lo menos, cuando salgo, me aseguro que va a estar bueno.

Raúl – Dale, vo’ no vai a cambiar nunca parece, en la más psicoanalítica ashí: estái determinado a ser un potito rosado.

Juanjo – Me resbala tu ataque tirao a resentío sin causas claras. Y, hablando de psicoanálisis, me tengo que ir a clases. Cuídate shusko.

Raúl – Jaja, igual vo, a ver si nos vemos el 14 en la fiesta psico-novata.

Juanjo – Quién sabe, aaah... chao.

Raúl – Chao.