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mayo 01, 2007

Conejos de Coloma

Cultura Psi

Quién hubiera imaginado que el profesor desconocido también tenía sitio web. Es cosa de poner las siglas de su nombre y darle un punto-ce-ele para ingresar: http://www.jmca.cl/

Y lo que es parecido, pero no lo mismo es su blog (donde fue un poco menos original en escoger el nombre): http://jaimecoloma.blogspot.com/

Si bien no logramos hallar registros de este profesor en YouTube [aunque sí había de su hijo], encontramos algo aún más sorprendente. Un vídeo en el que Lacan es recibido por una audiencia, nos sugiere mortíferamente a las clases de Teoría Psicoanalítica pasadas por el cedazo de una fantasía narcisista. Busca por lacan+louvain

Y para todas los fanáticos de Anna O. que anhelan tener una sesión con el susodicho, pueden conversar en sus tiempos libres con un sucedáneo (el Dr. Abuse) que atenderá sin demoras, todas sus inquietudes del alma: http://www.psicoactiva.com/abuse/drabuse.htm

The Chimney Sweeping

Especulaciones forzadas
O sobre una adorable Colomina

Pues bien, mientras escribo estas líneas, figuro en uno de aquellos abyectos ramos, cuya capacidad para elevarte a la ionosfera supera con creces la de ciertas yerbitas tetrahidrocannabinolosas, aunque claro, sin sus efectos lúdicos asociados. Así, cuando la asistencia es inevitable y el aburrimiento un requisito, se da el escenario perfecto para caer en el maravilloso ámbito de la especulación y montar mi teatro privado, imaginando mundos posibles al más fiel estilo de efecto mariposa. Ahora bien, no es preciso ir muy lejos para encontrar el material destinado al argumento del guión. Es que esta misma Escuela da para mucho; después de todo, es probable que no exista lugar que concentre tal variedad de peculiaridades. Y me remito sólo a su escultural cuerpo docente.

Las preguntas dan para largo. ¿O acaso me van a negar que jamás han pensado en las coquetas patillas hayesianas? ¿Qué tal será tener a la Ety como suegra? ¿Sabrá Reinoso que existe un fan club femenino en su honor? ¿Quién asesorará a Recuero en su modo de vestir? ¿Las laberínticas y horrendas pruebas de Rosas serán un experimento de Armijo para evaluar la tolerancia ante el sadismo? ¿Cómo habrán sido los años de estudiante de Bernardita? ¿Habrá sido el propio Cornejo quien corrió el rumor de un tórrido romance con la Marcela Vacarezza?

Y la cuestión de todas las cuestiones ¿qué habría sido de la humanidad si Coloma, en vez de ser Coloma, hubiese sido una adorable Colomina? Si consideramos que “la anatomía es el destino”, el tema no es menor, sobre todo si tan popular personaje usase tacos altos y rimel. Es que our lovely psychonalyst, todos lo sospechamos, habría sido una histérica de proporciones. Quién sabe, tal vez hubiera sido una especie de Melanie Klein wini-lacaniana, pero con estilo y encanto. Porque hay que decirlo, si alguien tiene estilo en la Escuela it is this psychonalyst: es cosa de ver su caminar pausado y el cuidado que pone al vestir, sus movimientos y tono de voz. Y sí, sin duda, hubiera sido el centro de atención indiscutido si, en vez de temerle a la castración, hubiese envidiado el pene. Quizás habría embobado al ganado masculino al pasearse por los pasillos fumando su pipa (¡ni hablar de su puro!) y bamboleando su graciosa anatomía, y es probable que sus clases se llenasen aún más, y que uncle Freud and Herr Heidegger hubiesen sonado de modo más sexy en sus supuestos féminos labios. Después de todo, el narcisismo femenino es canalizado, no con intelectualización, sino que con coquetería. Así, si el personaje en cuestión ya se maneja bastante bien en esas lides, ¡imaginad si su destino le hubiese deparado un cuerpo de mujer!

Entrar en aquel mundo posible, inevitablemente trae más preguntas ¿Qué tan malvado o bondadoso pudiese haber sido su pecho? ¿La entrañable Colomina hubiese sufrido de urticariosas parálisis conversivas al leer el DSM-IV? ¿Se habría convertido el psicoanálisis en su falo? ¿Habrían sido sus clases poseedoras de aún más histrionismo, asemejándolas así a un café concert cocolegraniano? ¿Hubiese resuelto la interrogante de Schreber sobre la idea de que habría de ser muy agradable ser una mujer en el momento del coit...?

¡Basta! Muchas preguntas quedarán eternamente en el tintero; ya he hablado en demasía y es el momento de comenzar a reprimir, after all, I see him every week, class by class...

Recuerdo los “nudos borromeos”, las “bandas de Moebius”, los S1 y S2 imbuidos de la lógica del amo (que son aquellas uvas bien grandes sin pepas de exportación) y del esclavo (las pasas, por ejemplo) y la condición del objeto “a” (ya entramos aquí en un juego más rebuscado de mixtura de cepas, hablemos, por ejemplo de la intersección vitivinícola de Cabernet Sauvignon, Syrah y Carménère). Recuerdo por sobretodo, “la gran uva” tan sacada a colación por mi profesor (además de sommelier) de Pisco-análisis, en mi carrera de Pisco-logía de una prestigiosa universidad de Santiago. Recuerdo que este profesor de sesenta y tantos, seguía vigente en las conversaciones de cualquier pasillo...más de una vez vi escrito en las puertas de los baños: “C. está como el vino” (algunas más osadas grafiteaban que estaba ardiente como el pisco!)... y en más de una ocasión muchos chicos lo perseguían en el recreo para aclarar dudas (de por qué los vinos de reserva con sabor a cereza, si no eran preservados a 17-18° C se convertían en un pasado radical; de por qué “la gran uva” estructura de tal manera al Brandy, que lo hace diferenciarse del Pisco por el aguardiente...ah, y también alguna vez escuché a alguien preguntar en la escalera hacia la sala de clases: “¿Cómo Sigmuva Freud hubiera destilado a una uva histérica para conseguir de ella pisco sour?”). Mientras todos nos ibamos a casa cuestionándonos el porqué de que a Whiskyhegel no se le saturara la nariz al beber alcoholes en estado puro o con la cabeza en los aromas maderizados que nuestra carrera nos obliga a descrifrar, él seguramente se iba, escondido, a pisar las uvas que estaban en grandes toneles en el patio trasero de la universidad, cerca de las canchas (seguramente evocaba las vendimias pasadas en sus tantos años de vida). De hecho, una vez parece que lo descubrieron en una situación indecorosa que escandalizó a la administración. Lo que llegó a mis oídos fue la siguiente escena (si gustan pueden recrearla en sus mentes): “C. fue visto en la bodega AM-1 a altas horas de la noche, sentado sobre un barril. Se dice que escuchaba silenciosamente como una uva se desprendía de una rama de parrón que el sostenía en la mano”. Algunos optimistas pensamos que investigaba casi como un asceta acerca del estrés post-traumático que puede padecer esa fruta al caer de su viña. Otros mal pensados buscaban que fuera encerrado en un loquero (“que no podemos permitir de docente a un tipo como este” “que marchemos por la universidad para que lo saquen” “que antes era tan destacado y ahora, mírenlo... arriba de un barril!” y cosas por el estilo que muchos como yo, que creemos hasta hoy en su maestría, no pudimos evitar).

Bueno, tras algunos días de carabineros en la universidad, huinchas de “peligro” por todos lados, ambulancias y peritos criminalísticos que nos preguntaban acerca de cada cosa que hacía C. en aquellos, sus días “normales” de universidad, este gran personaje fue encerrado. Sí, en un psiquiátrico. En este momento debe estar en un cuarto de paredes acolchadas, haciendo que sus días sean menos reales que sus oníricas noches. Por mi parte y todos los que lo apreciamos, no nos queda más que la incertidumbre..., aunque si sirve de algo, dicen que está siendo tratado con terapia psicoanalítica por un gran conocedor del tema... un tal Jaime algo, que hace clases en otra prestigiosa universidad de la zona sur de Santiago.

Toloma y yo

“El [E]squizoide tiene algo de desenfocado” (Coloma, 2007)
“Coloma es como una PYME. Se autgestionó hasta el doctorado.” (Histérica anónima, 2007)

Hoy tuve el colmo del amurramiento. Tuve 2 pruebas, llegué a mi casa desahuciado y no había nada para comer, y para colmo, mis mejores amigas de la U, me dijeron que parecía “un amigo imaginario”. Entonces, me dije yo a mí mismo, “mismo, ¿por qué no vai a conversar un rato con el guatón Toloma? Capaz que hasta se te quite lo amurrao”. Así que partí. En la esquina de Ezequiel Fernández con Departamental, se instala el guatón a vender As’es en su carrito enchulado con el calendario 2007 de la Geisha. Toloma ya debe tener unos 70 años, pero ni se le nota por la tintura que le cubre las canas. Llegado a mi tercer año de universidad, no me quedó más que elegirlo a él, porque nica me sentaba en el puesto del pelao Reinozo (ojo, con “z”). Ese te hace leerte hasta su declaración a impuestos internos del año pasado antes de calentarte el lomito.

La cosa es que llegué donde el Toloma, y le empecé a contar lo pésimo de mi día y los ataos que arrastré toda la semana. Entretanto me invitó a sentarme, me pasó la mostaza y el ají; me dijo que hablara no más, que él escuchaba atento. Después de mucho bla bla, y de haberme comido el segundo As, le dije: “guatón, ¿tú qué opinai?” Y él me dijo: “Sabi que yo no hablo alemán, pero por como te lo dijeron, yo cacho que te ‘tan cagando. Ahí hay algo turbio que ‘ta escondido y que tení que cachar. Mira cabro, a mí me han acusado de creerme el hoyo del queque, y quizá sea cierto… pero nunca sería tan w[censurado]on como pa no cachar”. Y en ese momento, me quedó todo claro. Jaime “el guatón” Toloma es famoso por curar los males del alma, pero dejarte pa la cagá el estómago. También es famoso por haber armado el ICHPA, Instituto de Cocineros Hábiles en Postres y Acompañamientos, del que salió peleado con los colegas que estaban en contra de la fritanga callejera.

En fin, le pregunté cuánto le debía y si podía volver la próxima semana pa seguir la conversación. Me dijo que eso dependía de mí, así que me fui feliz de vuelta pa mi casa. Aunque ahora me pregunto, después de dos As’es de dudosa procedencia, ¿podré siquiera levantarme mañana pa ir a clases? Tengo caleta que leer pa la prueba de Freud, y típico que me preguntan por el apuntalamiento y yo ni he estudiado esa w...

Acerca de Coloma como divulgador

por Burt Pappenheim

La presente es una indagación no solo sobre su estilo, sino que también sobre el lugar de éste dentro del marco referencial más amplio que es la doctrina misma del psicoanálisis, y su traspaso a través de las generaciones. ¿Es el estilo de Coloma como orador, teatral, artificioso e hipnotizador, una expresión coherente de lo que el psicoanálisis necesita para convertir individuos? En pocas palabras, ¿está el mensaje que le compete difundir en buenas manos?

Para un intento de respuesta, consideraremos dos criterios propios característicos (aunque no exclusivos) de aquel discurso que comienza y termina con Freud, criterios que, aunque arbitrarios y puramente pragmáticos, nos ayudarán a alcanzar una conclusión. Acudiremos a dos figuras disímiles pero que nos darán las pautas para un esbozo de juicio, Aristóteles y Elisabeth Roudinesco.

En primer lugar, recordemos la idea aristotélica de que, ya que el tipo de acceso a un objeto depende de la naturaleza de éste, es tan inútil pedirle demostraciones a la retórica, como persuasión a la matemática. La pregunta es, entonces, ¿qué se le puede pedir al psicoanálisis? Ciertamente, no demostraciones (por mucho que algunos iluminados crean que pueden demostrar que existe algo así como el Edipo), pero sí persuasión. ¿Y no es este arte sino persuasión; mistificada, seductora, sospechosa y sospechadora persuasión? Por supuesto, no caigamos en la simplificación de tomar lo dicho como algo negativo, después de todo, las disciplinas que efectivamente pueden “demostrar” algo son cada vez menos (maldito nihilismo posmoderno) por lo que solo queda una persuasión racional, seria, e idealmente basada en eficaces cadenas expositivas y argumentativas. Siendo entonces el problema verdadero si el edificio argumentativo con el que el psicoanálisis se divulga es uno bueno o malo, lo dejaremos entre paréntesis, pues su resolución no representa una necesidad imperiosa.

Ahora, claramente la divulgación de las ideas clásicas del discurso psicoanalítico no es solo escrita, la Palabra también se manifiesta en la predicación oral. En este aspecto específico, el estilo del discurso lacaniano (“discurso” en el sentido más coloquial: hablado, modalidad en donde la retórica puede mostrarse en toda su expresión) puede ser tomado como una continuación del freudiano, y las características de esta manifestación del psicoanálisis pueden verse como características de la misma forma en que estas ideas encuentran continuamente un nuevo huésped.

En esta línea, cuenta Roudinesco que durante los seminarios, Lacan no analizaba, asociaba. Su estilo consistía, entre otras cosas, en divagar alrededor de un tema, bordeándolo eventualmente, y expresando ideas que vagamente se relacionaban con el tema en discusión. Se refería a éste último, por supuesto, pero la misma desconfianza de Lacan hacia el lenguaje y el significado claro (digamos, conciente) le llevaba a buscar otros asideros, otras maneras de hacerse entender, o de confundir. La elección de palabras de Roudinesco es pertinente, y no es necesario recalcar la importancia de conceptos como “análisis” y “asociación” en la disciplina discutida, por lo que el lector ya debe haber notado el fin de la inclusión de esta idea posterior a la mención de una de Aristóteles.

Preguntemos, entonces, ¿es Coloma un buen exponente y divulgador del psicoanálisis? ¿Cumple eficientemente su tarea de presentar una doctrina y esperar que alguna fracción importante del público la encuentre interesante, inteligente o merecedora de reconocimiento? En la medida en que Coloma persuade –no demuestra- y asocia -no analiza-, sí, es un excelente divulgador del psicoanálisis. La Palabra está en buenas manos.