abril 01, 2006

La co-lumna

>Hoy: Psicología

Psicólogo del sentido común

Hablar de psicología no es tarea fácil, pero es aún más difícil hablar del sentido común. Aunque nadie está ajeno a él, pocos o ninguno podrán dar luces de su identidad. Hegel nos dice de él, “es bueno para la cocina”. Unamuno, quien reprocha su utilidad pero valora su simpatía, lo cataloga como una [pre]reflexión a simple vista. Otros cuantos prefirieren guardar silencio y encogerse de hombros: ¡pues vamos, es una cuestión “de sentido común”! Frase con la que la mayoría de los asuntos se da por zanjado, como si tuviera cierto peso –y lo tiene–. Y es que a pesar de ser ampliamente desacreditado por la aristócrata occidental –la ciencia–, el sentido común tiene un arraigado lugar en sus compañeros de juerga: la gente común –léase, todos–, que lo saca a colación cada vez que la ocasión lo permite.

El sentido común es multidisciplinario, puede darnos un pronóstico del tiempo, normas morales, o incluso algún principio científico. Y ha conquistado también, los dominios de la psicología –¿o es al revés?–.

Y es que la psicología fijó su blanco justamente en aquello que es “patrimonio de la humanidad”: los principios del buen vivir. Y para acercarse a la ciencia, comenzó a recopilar una jerga propia, para lo ya conocido por intuición (baste mencionar, ‘empatía’ o ‘resiliencia’).

El sentido común, lejos de verse mermado con las conquistas de la psicología, cómodamente se apropió de los términos de ésta, que –por antojo– le parecieron más convenientes.

El psicólogo del sentido común, carente de estudios en la materia, se jacta de sus diagnósticos empapados de plena intuición y ajenos a toda teoría: declara, sin ningún peso, una madre neurótica, una tía derechamente histérica, y un hermano paranoico. Poco importa lo que digan “los expertos en la materia”.

Así, se instauró una confrontación implícita, en que la psicología rebautizó conceptos del mundo cotidiano, y el sentido común los recuperó renovados. ¿Es esto perjudicial para la psicología?

Tal parece que no. Es incluso deseable que los términos concebidos por la élite especializada, sean transferidos al vulgo (aunque no se traspasen intactos). En esta tarea, el psicoanálisis ha sido particularmente exitoso.

El problema sólo lo tiene el abnegado estudiante de psicología, que tras haber vivido como psicólogo de sentido común y consejero especializado, al poco andar en su vida universitaria, se da cuenta que es necesario derribar todos esos [pre]conocimientos. De lo contrario -para su total desconsuelo-, pueden ser utilizados en su contra. Y es justamente este, el precio que paga para asegurarse un cupo en la elite: se despoja de sentido común y se reviste de ciencia.

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