mayo 28, 2007

Conmemoración

En la edición de noviembre del año pasado, Diego Catalán se refirió a un bochornoso incidente que ocurrió en nuestra Escuela. En dicha oportunidad, un grupo de alumnas tomó fotografías de muñecas que aparecían realizando las más comunes labores de todo estudiante de psicología (sacando fotocopias, hablando con Bernardita, estudiando, etcétera).

La verdad es que todo quien vio la exposición parecía concordar en que estaba muy bien lograda y uno podía ver gente sonriéndose a sí misma mientras miraba la colección de fotografías pegadas a lo ancho de la fachada de la sala de estudios del segundo piso.

El problema de esto vino después, cuando de un momento a otro desaparecieron dos de las fotografías de la colección: aquellas donde las muñecas aparecían administrando un Rorschach y un WAIS. Cuando se quiso indagar en el tema, trascendió que una profesora de nuestra Escuela se indignó al ver estas imágenes y sintió que en ellas se jugaba algo de lo más profundo y secreto de la psicología. Por ello, mandó a sacar inmediatamente las susodichas fotos. Lo más feo de todo esto es que a las autoras ni se les informó y sus obras fueron requisadas de un modo más o menos grosero.


La señora del quisco frente al Templo no sospecha el peligro que corre su vida

El argumento de que "en ninguna circunstancia deben develarse las imágenes secretas del Rorscahch" o siquiera "mostrar la configuración de los cubos del WAIS" convenció a algunos menos que a otros. En su columna, Diego Catalán nos demostró que encontrar las tan celosamente guardadas imágenes del Rorschach era tan simple como ingresar a Wikipedia y escribir: "Test de Rorschach".

Esta columna está dirigida a conmemorar el bochornoso incidente. Y para aquellos que están interesados en ver cómo lucen realmente las láminas del Rorschach les paso el dato: dense una vuelta por el quiosco que está frente al Templo. En uno de sus costados se exhibe flameante la publicación "Psicología y Sociedad", en cuya portada aparecen las 10 láminas del afamado test en perfecta resolución.

Sólo espero que en las próximas semanas no veamos a la viejita del quiosco con un ojo morado, o que alguna profesora monte una colecta para recaudar fondos con el fin de comprar la tirada completa de esa revista. No vaya a ser que los legos se aprendan el test de memoria por una prolongada exposición a los puestos de diario.

La evidencia flagrante del atentado contra los secretos de nuestra disciplina...

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