septiembre 01, 2006

Hanging Around

por Bruno Grossi

Quedar borracho, jotearme a mi ahijada (la Cata), cachar que mi mejor amiga (la Sole) se puso celosa, tomarme lo que yo creía era un éxtasis. Dejé botaos a mis amigos (el Pelao y el Pito), y me subí a un auto que conducía un profe de la escuela acompañado, nada más ni nada menos, que por mi ahijada. Mm mmm, sí, así ocurrió exactamente... aunque después de todo lo que me ha pasado, ya dudo hasta de mí mismo.

Peinando –literalmente– la muñeca me encuentro hoy encerrado en un lugar que parece que no conozco, o quizás estuve en alguna vida pasada aquí, o quién sabe... No sé ni para qué escribo esto. A lo mejor porque en esta pieza sólo hay papel y lápiz... a lo mejor, a lo mejor... qué dolor de cabeza.

Hasta la memoria de los recuerdos de hace una semana es increíblemente mejor de lo que era hasta antes de la fiesta, pero parece que me dio la enfermedad de “memento”, porque no tengo ni la menor intuición de cuando me trajeron para acá, ni sé donde me encuentro espacialmente.

La película se torna difusa desde que me subo al auto del profe [cuya identidad no podré revelar por ahora; sólo puedo decir que es joven (pa’ que se hagan una idea)]. Apenas me subí, me sentía muy mareado. La vista era borrosa, y en mi cabeza había hormigas... así como cuando se duerme el pie y después vienen esas agujas torturizantes: esa misma era la sensación, pero en la zambeca –dijo el huaso. Estaba muy cansado, los ojos se me cerraban, ni siquiera podía hablar. Entre cabeceos, antes de dormirme por completo, alcanzo a escuchar la voz enojada del profe que algo le dice a la Cata. No recuerdo qué le decía, pero por el tono no me gustó.

Luego, cuando volví a abrir los ojos, me encontré en un lugar desconocido. Estaba acostado boca arriba, en una pieza sin ventanas de, más o menos – cálculo yo-, unos ¿7 x 5 metros? El lugar estaba excesivamente iluminado con unos tubos que irradiaban una luz que me deshacía las retinas. No hacía ni frío, ni calor. Y lo único que había en esa pieza aparte de mí, era el colchón donde me habían dejado durmiendo.

No alcancé a investigar mucho las paredes cuando de pronto alguien abrió una puerta que se mimetizaba perfectamente con la pieza. Era de esas que son controladas electrónicamente, y que se deslizan como los portones eléctricos... Era el profe con la Cata. Entran e inmediatamente se cierra la puerta controlada por una especie de control remoto diminuto que tiene el profe en la mano. Me abalanzo sobre él para quitarle el control y escapar, pero no lo logré y me calmaron, diciéndome que me iban a explicar lo que sucedía.

No lo podía creer, cuando me dicen: “Bruno eres parte de un experimento que revolucionará la psicología mundial. La pastilla que tomaste fue hecha para el inicio del proceso para despertar tu mente”. ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Cuándo?, ¿Por qué?, ¿Qué hice yo para ser parte de esto? ¡Están locos! Fue lo primero que se me vino a la cabeza. Estaba anonadado. Mientras el profe balbuceaba algo así como que no me preocupara, porque, en teoría, no tenía efectos secundarios. En eso estaba cuando de golpe interrumpí y pregunté que cómo pretendía que mi familia no me buscara. Que seguro ya habían ido a los pacos a dejar constancia por mi ausencia. Pero no era así, estaba equivocado, pues el plan era mucho mejor elaborado de lo que yo pensaba, habían preparado cada detalle. Pues, en su laboratorio, me explicaba, habían creado una réplica de mi persona... Increíble ¿no? Estaba espantado, al borde del colapso, escuchaba pensando en si a lo mejor estaba soñando lo que estaba viviendo.

Antes de inyectarme un calmante para dormirme, me dijeron que se había cumplido ya la primera de las etapas del proceso, la que consistía en una serie de cambios cerebrales que ya me explicarían más adelante. Estos “cambios evolutivos” (como les llamaban ellos) se habrían llevado a cabo, supuestamente, en la semana que pasé durmiendo con el festín de psicotrópicos que me habían suministrados para el inicio del proceso...

¿Qué será de mí? ¿Que hago aquí? La angustia de no saber, de desconocer que hago hoy, me paraliza... ¿Cuánto tiempo llevo en esta pieza? Desde hoy, al menos, podré empezar a tener la certeza de qué cosas vivo cada día, gracias a este bloc de notas y este lápiz.

Continuará...

No hay comentarios.: