agosto 01, 2007

Trastornados… ¿hasta qué punto?

Jesu Rebolledo

Hoy quedé asombrada después de la clase de psiquiatría adulto. En plena clase, se entrevistó a un paciente que mientras contaba su historia de vida y causa de internación médica, me preguntaba constantemente qué de loco tiene este “loco”. Y cuestioné mis creencias respecto al significado dado a la normalidad y la locura. Es sabido que la normalidad corresponde más a un dato estadístico que una verdad o realidad irrefutable. La normalidad es respetar y vivir dentro de la norma, lo socialmente establecido, por lo tanto, cualquier persona contra esa norma sería considerada loca o trastornada.

Ahora, en la sociedad hay normas necesarias y positivas que mantienen el respeto y el orden entre las instituciones y las personas, pero qué pasa si nosotros, como psicólogos, estamos ante una persona que afirma tener contacto con Dios, sentir la energía del Universo, que hace años medita y reconoce tener activado el llamado “tercer ojo”, asociado a la glándula pineal o epífisis, glándula que secreta melatonina, hormona que se dice regenera las células, regula el sueño, disminuye el estrés y cura enfermedades como el cáncer y el SIDA... importante, ¿no creen? ¿Diagnosticaríamos presencia de delirio y alucinación? ¿Esta persona está sana o mentalmente trastornada? ¿Qué tal un tipo de esquizofrenia?

Hoy la psicología transpersonal reconoce y trabaja con estos temas considerándolos un tema importante en el desarrollo emocional, mental, físico y espiritual. ¿Es muy difícil creer que una persona pueda estar más evolucionada en esos ámbitos y por eso diagnosticar por ejemplo esquizofrenia? ¿Se estará patologizando lo que debería ser un avance en el ser humano?

Es sólo una duda ante nuestra labor de diagnosticar y dirigir el tratamiento de una persona, una persona que lo más probable modifique su sistema de vida ante nuestros consejos, y que posiblemente no sea la mejor solución a sus problemas.

Considero mejor conocer a la persona en profundidad e intentar entender lo que siente y cómo ve su vida, para ayudarlo en lo que necesite, no en lo que nosotros creemos que necesita, podemos equivocarnos. ¿Qué sientes tú?

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