septiembre 01, 2006

Paseo del Ombligo '06

Tercero es medio pelúo; no sólo porque estés con pruebas y (los menos pero cada vez más) trabajando, aparte del tiroteo conceptual entre los profes de los distintos ramos. Se hace complicado también porque es un año en que pasan hartas cosas. Cuestiones mas o menos "tradicionales" que cargan el año con un poco más de pega. Una de ellas es el imperdible Paseo del Ombligo. Imagínate: estás en una playa desierta, escuchas sólo el mar y las gaviotas, lejos de ese montón de fotocopias que siempre te mira desde el fondo del escritorio y de ese ringtone que ya no suena tan bacán como cuando lo pusiste por primera vez. De improviso un ruido rompe la calma, y de sopetón te caen 120 alumnos hiperestimulados y con abundante carne, piscola y reggaetón. Eso por tres días con sus noches, tallas, condoros, desapariciones misteriosas rumbo al roquerío, algunos "coscachos" ofrecidos públicamente por algunos, los "africanos" sorpresa y demases. Bueno algo por el estilo es lo que nos pasó: desde principios de año se escuchaban voces clamando por este reventón tradicional desde todos los sectores del curso, a los que los delegados más aperrados de la historia de la escuela respondieron con un paseote bueno, bonito, barato y con una convocatoria poco antes vista. Si bien hubo algunos contratiempos menores: unos vidrios rotos, vasos perdidos, kilos de pan olvidados, amplificadores quemados... nada muy grave; se notó que los cabros y cabras de tercero lo pasaron shansho, y que el paseo va a seguir dando que hablar por harto tiempo más. Fue una tremenda experiencia para juntar tanto a los viejos compañeros como a aquellos que se integran oficialmente a las filas de psicología y la verdad es que no para desde que uno se sube al bus hasta que se baja ( ejemplo son algunos delegados por ahí).

Pa’ que vean psicolog@s de todos los colores y tamaños, si se quiere se puede, y si 120 quieren, se arma un todos contra todos infernal... Eso sí, un consejo para los futuros organizadores: carretear y vender la piscola, claramente no es un trabajo compatible. Gracias a todos por el apoyo, en especial a la Jesu y esperamos volver a vernos las caras en lo mismo a fin de año.

Los "tremendos" delegados


Me parece que el ombligo es el signo de la llegada del ser humano, el signo visible de este arrojo al mundo, de nuestra desnudez en medio de otros que nos acogen como si nos conocieran de toda la vida, sólo para que no nos sintamos extraños, siendo que realmente lo somos hasta para nosotros mismos. Y así llegamos un poco los de Bachi a este paseo del ombligo de psicología, una “carrera de verdad”, y a esta generación en la que caímos un poco arrojados. Y parece que la intención era la misma que la de nuestros primeros cercanos, la de hacernos sentir parte de ustedes, y finalmente, me convencí de que la intención era verdadera. Y ahora somos de Psicología, pero tenemos un origen mucho más visible y distintivo otorgado por la comunión del ombligo. El mate y el café, la música, el mar, la bebida y la comida, el baile, la noche, las tardes, el bus, los bolsos, las fotos, las risas, el trasnoche y los cigarros los nuevos rostros con nombres, la fogata y el arena, los buenos días y las buenas noches. Todo esto es parte del signo visible de la común unión, nada se perdió, se transformó. Noche fría, mate caliente, guitarras y tú.

Catalina Álvarez Vallejos


Viernes 11 de Agosto, 15:30 todo listo para el Paseo del Ombligo. Estábamos listas mis compañeras y yo, esperando que los buses partieran para el inolvidable paseo programado a la mitad de nuestra carrera, el destino: Isla Negra.

Por supuesto preparadas como buenas mujeres y futuras madres continentes y con intenciones de tener una relación de comensal, además de las infaltables cosas para el carrete mismo, se quiso aportar con el toque hogareño a nuestro paseo. Por eso uno de los principales eventos en nuestra cabaña fue la “panqueqada” donde con arduo trabajo preparamos tan deliciosos manjares dignos del mejor restaurante de Santiago. Eso si nadie se imagino que la alta concentración de azúcar iba a provocar los episodios posteriores como el famosísimo concurso “quien quiere ser streaper” patentado por la cabaña 7 con invitados especiales de las de cabañas aledañas (8, 9) y que posteriormente se replicaría en otras cabañas. ¿¿¿Que habrá tenido ese manjar que causo tales episodios dignos una topísima despedida de soltera???

De dicho espectáculo mantendremos reserva de los participantes, solo quiero acotar que el entusiasmo femenino cobro insospechadas magnitudes y que el participante del juego “Quien quiere ser streaper”, ya quedo inscrito para una próxima versión (igual cualquier interesado se contacta, la fecha se avisará)

Otras actividades que realizamos, fueron los paseos a los lugares aledaños, pero en general lo más importante compartir con nuestros compañeros en las parrilladas, en la fogata, en extensas conversaciones y por supuesto en el carrete mismo. Creo que conocí mejor a muchas personas y gané grandes amigos. Las relaciones se afiataron y aunque no se socializó tanto entre todos como se hubiera querido, si muchas amistades nacieron, crecieron y fortalecieron.

Domingo 13 de Agosto, 16:00 todo listo para volver a Santiago. El objetivo de un inolvidable Paseo del Ombligo fue cumplido y con creces. Se debería hacer uno cada año ¿no creen?

Cabaña 7


– Amiga! Shoñé con conejos de peluche! – Ohh!!! La dura???!!!! Yo también – Yaaa!!! En sherio???, o sea yo no shoñé, cuando me estaba quedando dormida ashí, ¿cachai que uno ve como imágenes?, ya po, yo vi conejos de peluche. –Oh!!!! A mi me pashó lo mismo amiga, también los vi cuando me estaba quedando dormida, pero los míos no eran de peluche.

Extraño despertar en la cama matrimonial de la cabaña de los “botaos de la ola”, que amanecíamos más botaos que nunca. La obsesividad de la primera mañana ya se había disuelto o difuminado (nunca lo sabremos). Luego de la “cena más Freudiana” que he tenido (unos caracoquesos con salchichas) cocinados por el perraje, un par de horas mirando cuales santiaguinos las tremendas olas nerudianas, y un par de noches de los perros perreando cada cual en su más puro estilo; es hora de agarrar los bártulos, dejar que los conejos se consuman en su existencia –cuyo origen no me atrevería a asegurar– y partir de vuelta a las vidas universitarias, con un gustillo parecido al renombrado “ceviche del ahijado de Coloma”

Fabiola Melo

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