septiembre 01, 2006

Bienvenido a Psicología: Elige tu Mentira

Reflexión sobre Berkeley y lo abstracto

Lo abstracto, ha ido ganando espacio he importante según el tiempo avanza. La capacidad de abstracción es una de las habilidades de las funciones “superiores” que definen la inteligencia, se habla también de un proceso de racionalización a nivel de cultura y de sistemas sociales.

De alguna forma, vamos en dirección hacia la preponderancia de lo racional y lo abstracto. Lo son los códigos como el binario que funda los computadores, lo son las matemáticas y la lógica, y el lenguaje entendido de cierta forma.

Es extraño lo abstracto. Para mí está relacionado con la separación de la gente, la individualización, el frío afectivo entre la gente. Puede entenderse que la racionalización dio origen a la industrialización, el trabajo mecánico, la deshumanización y las guerras. Dio origen también a la concepción cartesiana del mundo. Y por una extraña razón pasó a ser quizás el lugar de Dios, lejano allá en el cielo, para algunos.

Fijémonos en las ideas abstractas a partir de las ideas de Berkeley, filósofo irlandés nacido en 1685. Las ideas abstractas son las ideas generales, que pueden hablar de varios individuos a la vez, los géneros, las especies, los conceptos para nosotros. Por ejemplo: hombre, mesa, perro.

Entonces a continuación habría que definir lo que es un hombre. La definición de hombre tiene que ser una que hable de todos los hombres y ninguno a la vez, según lo plantearon los empiristas como Locke con los que discutía Berkeley. Hagamos entonces un ejercicio entretenido: pensemos en el concepto de hombre, imaginémonos el concepto de hombre. Bueno, primero que nada está claro que nadie puede imaginarse un concepto, me refiero a una imagen de concepto. Pero imaginémonos lo que es hombre. Fijémonos bien en esa imagen de hombre, creo que en general nos pasará que siempre que imaginemos a un hombre nos imaginaremos a un hombre con determinadas características, o sea con cierto brazo, con cierto pelo, con cierta ropa. Es decir: ¿podemos imaginarnos un hombre que no sea ni alto ni bajo, ni gordo ni flaco? Siempre que nos imaginamos un hombre, nos lo imaginaremos con ciertas características, con cierto pelo, café, rubio, negro, pero no podemos imaginarnos un hombre con cualquier pelo, o todos los pelos. Estas cosas no podemos ni imaginarlas ni dibujarlas, ¿será entonces que pensamos con ellas efectivamente?

¿Cuáles serían las ideas abstractas entonces? Esto es curioso ahora: si cuando pienso en lo que es hombre siempre pienso en algún hombre, entonces ¿cómo pensar en los hombre en general?

Cuentan aquellas anécdotas antiguas que son cuentos, que un día, Diógenes Laercio, de la escuela cínica de Grecia, que aparece recostado en las escaleras en la famosa pintura “La escuela de Atenas”, se reía de Platón por ideas semejantes. Se le preguntó una vez a Platón sobre qué es el hombre, a lo que respondió: “el hombre es un bípedo implume”. Frente a esto, Diógenes tomó una gallina, le sacó las plumas y se la tiró a Platón diciéndole “ahí tienes a tu hombre”.

De alguna manera, las ideas abstractas dejan de referirse a las cosas que se supone refieren. Pasan más bien a referir algo inimaginable. Tengo una mesa roja de madera. Podríamos reflexionar sobre las clásicas características esenciales de la mesa. De las cuáles, el color se vería excluido, según dicen los clásicos que esa es una cualidad secundaria. Puedo prescindir del color para tener una mesa. Pero, no puedo prescindir del color para referirme a esa mesa. Podré hablar de las mesas y que tienen cuatro patas y de su función. Pero para esa mesa roja de madera, para que yo esté hablando efectivamente de esa mesa, cada una de sus características son completamente esenciales. Sino podría confundirla con otras. Entonces, ¿qué es una mesa?

Para la psicología, cosas que me parecen relacionadas a mí, dice Laing cuando habla de la experiencia. Las acciones han pasado a seguir a principios abstractos que se han vaciado con el tiempo. Estos principios y nuestras ideas actúan con violencia sobre nuestra experiencia. Esto no debe sonar tan raro, el alejamiento del hombre moderno de su cuerpo y de lo que siente, de lo que es vivir.

El tema de las abstracciones puede tomarse a través de las clasificaciones en la psicología, tema que suele despertarnos una cierta inquietud. ¿Cómo conocer a la persona, al paciente? ¿Cómo acercarse a él?

A veces pareciera que el conocimiento sigue abriéndose hasta rajarse, después de un tiempo pareciera que valen más las preguntas que las respuestas. No es tan raro pensar que en los últimos días de cada uno, las preguntas quedarán abiertas.

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