octubre 01, 2006

The Chimney Sweeping

Psicópatas y Celos
O sobre qué pasa cuando dos histéricos se enamoran

Una cosa es cierta, toda histérica que se precie de tal debe tener al menos un psicópata que la acose. Y como yo soy la histérica por excelencia, a lo que va del año, ya he tenido tres. Nada mal ¿no? El asunto es que Future Mr O. –es decir, el novio– no ve con buenos ojos el asunto. De hecho, está espantado, aterrado y un tanto furioso. Y nótese, no me estoy quejando.

But, what manners are this Anna? Supongo que nada se me está entendiendo. Pues bien, primero lo primero. Este año he tenido tres psicópatas: uno que me acosa telefónicamente (es un tipo encantador, que me asusta un poco, pero que supongo que es demasiado tímido para dar la cara; un perversillo con ideas interesantes, aunque un tanto repugnantes, sobre lo que debe ser la cama), otro que me acosa todos los días jueves, sobre todo cuando figuro anteojuda leyendo textos atrasados bajo el sol (escena fascinante, pero un poco cliché) y un tercero que, según supe hace poco, sufría de perturbadoras fantasías sexuales cada vez que yo pasaba, haciendo resonar mis histéricos tacos, a su lado. Al parecer este último personaje, está en un estado incontenible y muy próximo al ataque. Interesting. I understand him. After all, I’m so desirable.

El asunto es que las cosas con Future Mr. O. últimamente han dejado que desear. Literalmente. Me he fijado que el personaje en cuestión ha empezado paulatinamente ha mirar a otras bitches. Y eso, señores, es intolerable. ¿Qué se ha imaginado? Yo debiera ser su único objeto de deseo: yo y nadie más que yo. Es decir, si existen tres psicópatas con dudosas intenciones, ¿por qué diablos este hombre no me mira a mí y sólo a mí? Yo debiera ser su universo ¡su todo! Y sí, se lo hice saber (condimentado, of course). La respuesta no se hizo esperar. Celos, y de los furiosos. Celos de aquéllos y de proporciones apocalípticas, situándome a mí donde debo estar, es decir, ser su único y absoluto objeto de deseo –sin dejar de ser deseada por los otros tres tipos–. Very good, Anna!

Réplica de Future Mr. O

Ok, pongámonos en el hipotético caso que hubiese tres psicópatas dando vueltas en torno a mi adorable Anna (no es que desconfíe de su conteo, sólo es que a veces sufre delirios de persecución con olor a motel). La supuesta escena de celos en la que fui el actor principal distó mucho de lo relatado. En efecto, el mundo lisérgico en el que se ve envuelta esta chica deseosa de ser deseada (la redundancia es a propósito para ahondar en el estilo operesco de la vida de Anna), la lleva a querer verse sujeta a innumerables deseos de otros seres, en este caso el deseo que más le importa, el mío (obvio).

Considerando lo fantasiosas que suelen ser las histéricas, sobre todo mi querida Anna, voy a contar qué fue lo que realmente sucedió. Todo partió cuando en la calle una mina me miró insinuantemente, sin embargo, Anna vio todo lo contrario y armó una tremenda casa de putas. Yo me largue a reír y le dije que qué culpa tenía. Eso pareció enfurecerla aún más y me largó de la nada: “¿Te creís muy rico acaso? A mí me psicopatean tres tipos en la universidad, tres tipos codiciadísimos que ya se los quisiera cualquiera”. Debo confesar que mi primera reacción fue reírme y decir: “claro, tu compañero fleto que te pidió el dato de la peluquería, el de la Biblioteca que te preguntó ‘¿en qué te puedo ayudar?’ y el tipo del estacionamiento en Patronato que te dijo ‘se lo cuido reina’”. Al ver que casi se desmayó con mi sarcasmo, no tuve más alternativa que lanzar un trabajado “era broma linda, sólo me preocupa que no te hagan daño”, a lo que respondió con cara sonriente y voz chillona: “¡ay! qué tieeeeeerno”.

A veces a Anna hay que dejarla ganar, en teoría claro, porque sé que la mina que me miró es mil veces más rica que los giles que la jotean en la universidad. Como sea, hay una cosa clara: con Anna hay que andarse con cuidado, nunca se sabe la bravatta que su fantasiosa mente puede lanzar.