septiembre 01, 2006

por Fanfy

Escribo aquí, pues en el último El Esquizoide publicado leí un comentario sobre el Juancri. Aunque sé que en este número estará impresa una historia escrita por el mismo Juancristobal, que sé que rescata mucho mejor de lo que pueda yo hacer aquí quien era él. Pero, me gustaría hacer una reflexión distinta, demandante según yo, de la del mes pasado.

Yo sí conocí al Juancri, creo al menos que bastante bien, y dudo que haya pasado por la universidad, la escuela o tercero de psicología, como pasa la arena por entre las manos. Definitivamente no.

Aunque la mayoría, 590 de los 600 estudiantes de psicología de la Católica no hubieran sabido quien era Juancri, y la noticia de su muerte sólo produzca en todos ellos cierta indignación y frases como –¡y cómo nadie se dio cuenta!, ¡cómo la escuela no hizo nada! o ¡cómo nunca lo conocí!; en los quince, diez, o sólo cinco que lo conocieron, no fue así. Juancri era una persona bastante singular, que no pasaba desapercibido, y sé positivamente que marcó a los que tuvieron la suerte de conocerlo. He hablado con personas que sólo intercambiaron un par de palabras o abrazos con el Juancri, y sin embargo él llego a tocarlos, profundamente. Estoy segura de que hasta los pocos profesores que lo tuvieron escasamente como alumno, se acuerdan muy bien de él. Y los que fuimos sus amigos, los que lo conocimos, llevamos su huella, su bonita y extraordinaria marca en algún lugar de nuestras personas. En los recuerdos de sus canciones, en sus gratificantes conversaciones, en sus voladuras y por sobre todo en sus abrazos. Creo yo que no pasar desapercibido, sino justamente lo contrario frente a un puñado de personas, es suficiente.

No creo que haya que ir por el pasillo aprovechando a cada uno de tus compañeros de escuela, o de curso. Es imposible tener una relación, conocer, o simplemente rescatar lo valioso de 150 personas, imposible. Pero en cambio, sí puedes con las 5 ó 30 personas que sí conoces –que tienes la suerte de llamar amigos– aprovecharlos al máximo, vivir con ellos todos los días como si no hubieran más por venir, sonreírles y abrazarlos. Pues si algo me enseñó el Juancri es que ese “luego habrá tiempo” es pura mierda. Lo que más me duele de su partida es todo lo que no le pude decir, todo lo que deje pendiente pues siempre habría después una ocasión para ello, y no la hubo.

Algo que si podemos hacer es disfrutar cada momento y maravillarnos con cada segundo que pasamos con nuestros amigos, con los que queremos. “No vaya a ser que las vida se nos escape mientras intentamos guardarla para nosotros mismos.”

Cuando leí el comentario del mes pasado pregunte: –¿quién es el Pato Meneses?, no lo conozco– un chascón me escuchó y me dijo –el Juancri tampoco–.

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